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miércoles, 4 de abril de 2018

Se perderán siempre, mi niño (por John Berryman)



¿Qué es ahora el niño que perdió la pelota,

qué, qué ha de hacer? La vi partir

rebotando alegremente, calle abajo, y luego

más alegremente aún … ¡allí está, en el agua!

Es inútil decir: “Oh, hay otras pelotas”:

una estremecedora, definitiva pena paraliza al niño

que se queda rígido, temblando, mirando

todos sus tempranos días en el muelle donde

se perdió la pelota. Jamás me entrometería,

una moneda, otra pelota, es inútil. Ahora

advierte por primera vez la responsabilidad

en un mundo de posesiones. La gente tendrá pelotas,

las pelotas se perderán siempre, mi niño,

y nadie puede volver a comprarla. El dinero es exterior.

Está aprendiendo, muy detrás de sus desesperados ojos,

la epistemología de la pérdida, cómo permanecer de pie

sabiendo lo que un día todos deben saber

y la mayoría conoce todos los días, cómo permanecer de pie.

Y gradualmente la luz vuelve a la calle,

sopla un silbato, la pelota se pierde de vista;

bien pronto una parte de mí explorará el profundo y oscuro

fondo del muelle. . . Estoy en todas partes.

Sufro y me conmuevo, mi mente y mi corazón se conmueven

con todo lo que me conmueve, bajo el agua

o silbando, no soy un niño pequeño.


4 comentarios:

Pablo M dijo...

En la feria había tiovivos (les decimos caballitos) y carruseles ondulantes. Pero lo más extraño son esos globos que, en lugar de caer como las demás cosas, suben y tiran del hilo queriendo ir al cielo. Me compran un globo amarillo, mamá lo ata a mi brazo. Ando por la feria sin dejar de mirarlo mientras tropiezo con la gente. Es la prueba de que la magia existe. De pronto el globo se escapa, miro y no está cogido al brazo. Sube por encima de las bombillas de colores y se aleja, cada vez más pequeño. Contrariedad, lágrimas que cuelgan, las siento correr nariz abajo. Intento de comprarme otro globo. No, otro no, quiero ése. El globero ya se ha ido, vuelta a casa sin globo amarillo. Rabia que quiere salir por las piernas pero no puede.

cajón desastre dijo...

Hay más puñales que espaldas.
Hay más pérdidas que encuentros.
Hay más heridas que vendas.
Hay más dolor que consuelo.

casa de citas dijo...

Es muy difícil no acabar siendo lo que los demás creen que somos.

casa de citas dijo...

(VOLTAIRE)