si tu cuerpo delgado
en un movimiento demasiado rápido o lento
se precipitara a la tierra hecho añicos
¿en qué noche… esta u otra…
merodea tu error?
Se atenúan las luces del techo,
cesa el público su estrépito,
y llegas ataviado de luz,
héroe cabalgante, recorriendo la ciudad
con tus ojos, despidiéndote de ella,
clamando el amor del pueblo en noble silencio…
Subes a las primeras cuerdas,
los tambores al ritmo de tus pasos
colman la arena del tumulto
y retumban “¡Que empiece la función!”.
Te devoran el terror y la aventura,
tus pies, tus brazos se reaniman,
tambalean, se reponen,
se detienen ante el cañón fatal:
como serpientes enroscadas,
como gatos enloquecidos,
negros, blancos, atacan y retroceden
en el círculo de arena.
sitúas al público ante el momento de angustia,
vas por la morada de la muerte… arrogante… audaz,
saltas de cuerda en cuerda,
dejas un refugio, y aún no encuentras otro.
El temor congela los rostros… atentos,
compasivos, lascivos
hasta que con calma te detienes,
alzando las manos ante el público.
¿En qué noche merodea tu error…?
Abajo, pesado de tanto esperar, rumia en la oscuridad
el indomable monstruo fabuloso
resplandeciente como el pavo real,
engañoso como la serpiente,
ágil como el tigre,
majestuoso
como león al acecho, en el momento de peligro
mientras prepara el gran salto
invisible bajo tus pies
muerde la roca,
espera tu caída,
el segundo del cálculo fallido,
el lapsus en la improvisación.
Entonces aletea el recuerdo
buscando cubrir esta repentina desnudez
venerable, sola.
El orgullo se posa en tu cabeza
como ave saciada,
ebrio de silencio olvidas el trapecio,
las cuerdas vibran bajo tus pies como
la cuerda de un arco.
Un grito apuñala la noche como el cuchillo de un ladrón.
En el centro de todas las cosas
la luz vacila sobre el cuerpo caído,
el pie, el brazo colgando y sin orgullo.
Y sonríes
como si supieras los secretos,
como si confirmaras la profecía.
4 comentarios:
El miedo a caer nos impide, a menudo, volar. La grandeza de la gente se mide, también, en la manera de relativizar los reveses y reponerse de los fracasos.
Cinco sentidos.
Ah, y el del humor para
sobrellevarlos.
(CUQUI COVALEDA)
Infiel:
Dícese, en New York, del que no cree en la religión cristiana; en Constantinopla, del que cree. Especie de pillo que no reverencia adecuadamente ni mantiene a teólogos, eclesiásticos, papas, pastores, canónigos, monjes, mollahs, vudús, hierofantes, prelados, obíes, abates, monjas, misioneros, exhortadores, diáconos, frailes, hadjis, altos sacerdotes, muecines, brahamanes, hechiceros, confesores, eminencias, presbíteros, primados, prebendarios, peregrinos, profetas, imanes, beneficiarios, clérigos, vicarios, arzobispos, obispos, priores, predicadores, padres, abadesas, calógeros, monjes mendicantes, curas, patriarcas, bonzos, santones, canonesas, residenciarios, diocesanos, diáconos, subdiáconos, diáconos rurales, abdalas, vendedores de hechizos, archidiáconos, jerarcas, beneficiarios, capitularios, sheiks, talapoins, postulantes, escribas, gurús, chantres, bedeles, fakires, sacristanes, reverendos, revivalistas, cenobitas, capellanes, mudjoes, lectores, novicios, vicarios, pastores, rabís, ulemas, lamas, derviches, rectores, cardenales, prioresas, sufragantes, acólitos, párrocos, sulíes, muftis y pumpums.
(BIERCE)
Es más fácil sangrar que sudar.
(O' CONNOR)
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