solitario gorrión, hacia los campos
vas cantando hasta que muere el día
y la armonía corre por el valle.
La primavera alrededor
brilla en el aire y en el campo exulta,
como al mirarla el alma se enternece.
Las otras aves juntas, compitiendo,
dan, alegres, mil vueltas por el cielo
libre, y celebran su estación mejor.
Tú, ajeno y pensativo, miras todo;
sin volar, sin amigos,
huyendo del juego y evitando el gozo;
cantas, y así atraviesas
la flor más bella de tu edad y el tiempo.
¡Oh cuánto se parecen
nuestras costumbres! Risas y gozo,
dulce familia de la edad temprana,
amor, hermano de los jóvenes,
suspiro amargo de pasados días,
no sé por qué no los busco; y es más, de ellos
me alejo cuanto puedo
casi solo y extraño
a mi lugar natal,
y así paso la primavera de mi vida.
se suele celebrar en nuestra villa.
Se oye el son de una esquila en el sereno,
se oyen a lo lejos broncas escopetas,
atronadoras, de una aldea a la otra.
Toda la juventud
con los trajes de fiesta
deja las casas, corre por las calles;
y mira y es mirada, y su alma ríe.
en soledad por lugar tan lejano,
tanto deleite y juego
dejo para otro tiempo; y al tender
la vista al aire ardiente
me hiere el sol, que tras lejanos montes
se disipa al caer, como diciendo
que la feliz juventud declina.
Cuando a la noche llegues, solitario,
del vivir que te otorgan las estrellas,
en verdad tu existencia
no llorarás; pues cada deseo
Pero si el detestado
umbral de la vejez
no consigo evitar,
cuando mis ojos sean mudos a otros pechos,
ya de ellos vacío el mundo, y el mañana
sea más tétrico y tedioso que el hoy,
¿qué será del deseo?,
¿qué será de estos años?, ¿qué será de mí mismo?
¡Ay, me arrepentiré y a menudo,
sin consuelo, miraré hacia atrás!
4 comentarios:
Dichoso aquél que, de joven, fue joven.
Oh España, ¡cómo se te reconoce en cualquier parte de tu historia adonde se fije la vista! Y no hay disimulo que te encubra, ni máscara que te oculte, ni afeite que te desfigure, porque a donde quiera que aparezcas, allí se te conoce desde cien leguas con tu media cara de fiesta, y la otra media de miseria, con la una mano empuñando laureles, y con la otra rascándote tu lepra.
(GALDÓS)
Es una criatura tan curiosa el pasado.
Examinar su rostro
puede dejarnos como impronta un éxtasis
o, por el contrario, una vergüenza.
Si alguno, yendo desarmado, da con él,
que escape cuanto antes.
Sus consumidas municiones pueden
aún reaccionar.
(EMILY DICKINSON)
Sólo el que ha muerto es nuestro, sólo es nuestro lo que perdimos. Ilión fue, pero Ilión perdura en el hexámetro que la plañe. Israel fue cuando era una antigua nostalgia. Todo poema, con el tiempo, es una elegía. Nuestras son las mujeres que nos dejaron, ya no sujetos a la víspera, que es zozobra, y a las alarmas y terrores de la esperanza. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos.
(BORGES)
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