Hazme una máscara y una pared que me aparten de tus espías,
de esos ojos cortantes y esmaltados, de esas garras patéticas
de ultraje y rebelión en los orfanatos de mi cara.
Hazme una mordaza de árbol mudo que ataje a mis jurados enemigos,
una lengua de bayoneta que diga esta plegaria a la intemperie,
una boca expresiva, una trompeta en que soplar dulces mentiras
y el rostro de un idiota tallado en roble y una antigua armadura
que acorace el cerebro brillante y aturda a los inquisidores.
Y hazme un pesar de viudo que, al bajar de las pestañas saturado de lágrimas,
cubra la belladona, para que así estos ojos secos sepan ver
cómo delatan los demás el engaño gimiente de sus pérdidas
en la curva de la boca desnuda o en la risa tramposa.
2 comentarios:
Deja tu presencia
una leve huella. Se queda
como pasando, como sin estar,
como si siguiera estando sin estar,
como si no dejara de oprimir
la mano, como si la mirada
siguiera mirando.
(MUÑOZ ROJAS)
La máscara no para disfrazarse, no para ser otro distinto, sino para dejar de ser quien se es (sin ser necesariamente otro): para simplemente quitarse la cara: no ya la cara de siempre, sino cualquier cara.
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