esos reflejos que las nimban, esa contorsión
ante las reminiscencias, deben tener una razón.
La noche parece acomodarse otra vez en su nido
con forma de féretro pequeño: renueva su viaje
cíclico no más allá de nuestros pies. Toda lectura
a oscuras guarda un parecido con la cegadora
ley de los ojos a la luz del día bien abiertos.
Dicho de otra manera: aquello que no fuimos
se vuelve parte de nuestra propia existencia,
habitamos solo el tiempo de nuestras creencias:
ojalá esos abrazos en la oscuridad hubieran sido ciertos.
2 comentarios:
No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.
No sé quién soy, qué alma tengo.
Siento creencias que no tengo. Me arroban ansias que repudio. Mi perpetua atención sobre mí perpetuamente me denuncia traiciones del alma a un carácter que quizás no tenga, ni ella cree que tengo.
Me siento múltiple. Soy como un cuarto con innumerables espejos fantásticos que dislocan reflejos falsos, una única anterior realidad que no está en ninguno y está en todos.
Como el panteísta se siente árbol, y hasta su flor, yo me siento varios seres. Me siento vivir vidas ajenas.
(PESSOA)
Publicar un comentario