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jueves, 27 de febrero de 2020

Por qué estarían tan lejos (por Charles Bukowski)


era agradable ser niño en la oscuridad del cine,
resultaba mucho más fácil penetrar en aquel
sueño.
las que más me gustaban eran las películas sobre la legión extranjera
francesa, y daban muchas en aquella
época.

me encantaban los fuertes y la arena y los hombres
perdidos y desesperados.
eran hombres valientes, de ojos
hermosos.

nunca veía hombres como aquéllos
en el vecindario.
los hombres del barrio eran desgraciados y
cobardes, y andaban encorvados y
rabiosos.

pensaban alistarse en la legión extranjera francesa.

ocupaba mi asiento en la oscuridad del cine y era
uno de ellos.

llevábamos días luchando sin comida
y con muy poca
agua.

había muchísimas bajas.

nuestro fuerte estaba rodeado y sólo quedábamos
unos pocos.
apoyamos a nuestros camaradas muertos contra los muros, con
los rifles apuntando al
desierto,
para que los árabes pensaran que no habían
matado a muchos.
si no lo hubiéramos hecho así, nos habrían
arrollado.

íbamos de muerto en muerto
disparando los rifles,
a nuestro sargento lo habían herido
3 ó 4 veces pero
aún daba órdenes
a gritos.

luego murieron gallardamente algunos más, y ya
sólo quedábamos los dos últimos
(uno de ellos, el sargento), pero
seguimos luchando, hasta que se nos acabaron las
municiones; entonces los árabes empezaron a escalar
los muros. los derribamos
a culatazos, pero más y más seguían
trepando, eran
demasiados, estábamos
perdidos, no teníamos ninguna posibilidad. ¡entonces sonó una
CORNETA!
¡llegaban refuerzos!
¡frescos y descansados a lomos de caballos
atronadores!
cargaron en masa por la arena
cientos de ellos,
con sus uniformes brillantes, centelleantes,
y los árabes se desperdigaron muros abajo,
en pos de sus caballos y de sus
vidas,
aunque la mayoría estaban
condenados.

el sargento que sabía que habíamos vencido, agonizaba
en mis brazos:
"Chinaski", me dijo, "¡el fuerte es
nuestro!"
sonrió débilmente, inclinó la cabeza y
expiró.
luego volví a casa.
a mi habitación.
un tipo encorvado, desgraciado y rabioso
entró y dijo:
"sal y corta el césped.
¡sobresale una brizna de hierba!"

allí, en el jardín,
pasé repetidamente el cortacésped
por la brizna de hierba,
adelante y atrás,
adelante y atrás,
preguntándome por qué estarían tan lejos
aquellos valientes de hermosos ojos,
preguntándome si aún seguirían allí
cuando llegara.



5 comentarios:

Sandra Gavrilich dijo...

Sin imaginación ¿quién soportaría la realidad?

Anónimo dijo...

Mi padre fue por primera vez al cine en 1936 , tenía 13 años y era verano . Cuando vio que en la pelicula empezó a llover le entró una gran preocupación, ya que había ido al cine en alpargatas y pensó que fuera del cine también llovería
M.H

Sandra Suárez dijo...

Es genial lo que cuentas, amigo M.H.

Un abrazo!

F (hace ya 8 años... dijo...

22 de febrero de 2012,

DON ALONSO

Don Alonso a ambos dos. dijo...
Atina vuesa merced, buen bachiller Kharrahsthko, cuando especula con que el flagelo de la carne se haya abatido con saña sobre las escuálidas espaldas de este caballero de tan triste figura. 
Aconteció en mi penitencia en la Sierra Morena que, en la vigilia, con el estómago vacío y el trinar monocorde de las chicharras nocturnas, acometiome una como alucinación placentera, en la que paresciome que veía a mi señora doña Dulcinea con el corpiño entreabierto, mostrándome el nacimiento de las tetas. Mudose la visión en vella de la parte de atrás, con la saya arremangada y el calzón baxado, lo que procuraba la visión turbadora de los rosados hemisferios y el bien trazado canal de los glúteos. Al punto, girábase sobre los chapines y alcanzaba yo a verle el hirsuto triángulo de Mefistófeles...
Y más que hobiese soñado de no ser porque Ginés de Pasamonte, que allí cerca hacíase que dormía, fizo un extraño so la manta que le abrigaba y con ello volví en mí.

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...


Genial, F., como todo lo que escribes.

¡Un fuerte abrazo!