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viernes, 21 de mayo de 2010

Dame una mentira enorme (por Luis Benítez)

Dame una mentira enorme, que haga temblar los pulsos de la edad
con su pisada grave y significativa,
que espante de mí los pájaros negros y los gusanos
que cosecho sin proponérmelo en la dársena del miedo
y se las arregle para hacerme creer que el hombre puede salir de sí,
ser uno con la mujer y amarla sin destruirse.
Algo que dure un momento y venga de tus labios,
para que yo me esconda y los altivos y los necios no me vean.
Detrás de esos frágiles decorados vivirá feliz y pequeñito,
lejos del tedio y de los ojos que escrutan en la noche.
Sin miedo al silencio y a las fieras,
luego que la mentira fuese pronunciada,
como por un hechizo efímero correrían los talones del infortunio
y ni él, ni la miseria, pescarían ya nada en mis sentidos embotados.
La angustia del hombre ardería como bruja-fénix
y estos ojos y estas pobres manos que rezan sin llegar
al rabo de Dios en las alturas, arrojarían al suelo,
deshecho, el viejo corazón de la amargura,
contentos en su careta nueva.
Dame una mentira enorme,
que haga girar al revés el tiempo en los relojes
y arrúllame en ella,
hasta que en mis labios aparezca
la helada sonrisa del idiota.

5 comentarios:

Irene dijo...

es genial!

ZuMo De PoEsÍa dijo...

Gracias, Irene. Si quieres, tú también puedes proponer poemas para incluir en nuestro ALMAcén de la POESÍA.

Emilia alarcón.

Cide Hamete Benengeli dijo...

Lo mejor del mundo, Europa.
Lo mejor de Europa, España.
Lo mejor de España, Asturias.
Lo mejor de Asturias, Pravia.

hAiKu dijo...


Todo futuro
será el pasado de otro
pluscuanfuturo.

Lloviendo amares dijo...

Cada vez falta menos, el final se avecina; uno trata de aferrarse vanamente a cada sentencia, a cada párrafo, sintiendo que cada vuelta de página es ya irreversible. No podemos volver atrás. Solo queda avanzar, a tientas o precipitadamente, aunque nos conduzca al vacío.



Finalmente el libro se cierra y con él una parte de nosotros.



Si el libro es bueno seguramente nos ha dejado mucho, pero también hemos dejado mucho en él.



Solo queda respirar profundamente. La sensación de asfixia ha pasado pero rápidamente es sustituída por otras: enojo, quizá, o tristeza, nostalgia, inseguridad.



Por eso terminar de leer un buen libro produce una especie de duelo, una sensación de ausencia, como si te faltara algo: un dolor exquisito justamente porque el placer también forma parte de él.

(SEBASTIÁN BERINGHELI)