jueves, 24 de febrero de 2011
Límite (por Sylvia Plath)
La mujer se ha perfeccionado.
Su cuerpo
muerto luce la sonrisa del acabamiento.
La ilusión de un anhelo griego
fluye por las volutas de su toga.
Sus pies
descalzos parecen decir:
Hasta aquí hemos llegado, se acabó.
Cada niño muerto, enroscado en sí,
una serpiente blanca, uno a cada lado de
su jarrita de leche, ya vacía.
Ella los ha plegado
de nuevo hacia su cuerpo, como se cierran
los pétalos de una rosa cuando el jardín
se despereza y los aromas sangran
de las dulces y profundas gargantas de la flor de la noche.
La luna no tiene por qué entristecerse.
Está acostumbrada a ver este tipo de cosas,
oculta bajo su capuchón de hueso,
arrastrando sus vestiduras negras y crepitantes.
Su cuerpo
muerto luce la sonrisa del acabamiento.
La ilusión de un anhelo griego
fluye por las volutas de su toga.
Sus pies
descalzos parecen decir:
Hasta aquí hemos llegado, se acabó.
Cada niño muerto, enroscado en sí,
una serpiente blanca, uno a cada lado de
su jarrita de leche, ya vacía.
Ella los ha plegado
de nuevo hacia su cuerpo, como se cierran
los pétalos de una rosa cuando el jardín
se despereza y los aromas sangran
de las dulces y profundas gargantas de la flor de la noche.
La luna no tiene por qué entristecerse.
Está acostumbrada a ver este tipo de cosas,
oculta bajo su capuchón de hueso,
arrastrando sus vestiduras negras y crepitantes.
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14 comentarios:
CARTA A UNA DESCONOCIDA.
Distinguida señora:
"Veinticuatro horas...", no es lo que más me ha gustado del autor. "El jugador", de F. Dostoievsky , es mejor y describe con mayor entidad literaria el infierno del jugador compulsivo. Pero decir que esa novela (corta) de Zweig "na", me parece que es como desafiar a los elementos, negar la gravedad o decir que Bush era inteligente...
Yo soy una viuda de un buen pasar económico que viajo con frecuencia con mis perros por medio mundo, y en las largas esperas de los aeropuertos y en las soleadas toldillas de los paquebotes suelo tener siempre ocupadas mis manos con un libro.
Conservo en la casa que fue el solar de mi marido una biblioteca con más de diez mil volúmenes. Buena parte de ella es narrativa y están representadas todas las edades, todos los estilos, todas las corrientes, todas las diversas culturas... Y Zweig cuenta con un lugar de privilegio entre aquellos libros, porque pocas veces concurren en un mismo autor la calidad y el sentimiento.
Será porque una es una romántica empedernida (y pienso que ilustrada); será porque hay que tener una disposición innata para gozar de según qué cosas; será que no es dado a todos apreciar la belleza del mundo; será, será...
A lo mejor a usted le privan los best-sellers norteamericanos (hay personas que tienen por tan buena esa cultura que hasta devoran ingentes cantidades de narrativa que les hace empaparse aún más de
aquel modelo de vivir, tan sutil y sofisticado).
En lo que a esta mujer (otoñal) se refiere, tomo por ofensa que se haga un juicio displicente de Stefan Zweig.
De ser ambas -usted y yo- varones, le retaría a un duelo.
A falta de padrinos, reciba mi saludo.
Hola, F., no sé a qué desconocida escribes, salvo que sea parafraseando el título de un relato de Stefan Zweig. En todo caso creo que cada uno debe leer lo que le guste, y por supuesto es libre de opinar. Si esa señora a que aludes opina que Stefan Zweig "na de na" y hace un comentario displicente de él, pues está en su perfecto derecho. Mientras tanto, quienes sí disfrutamos de la obra de Zweig seguiremos leyéndolo. No sé si te dije que para Reyes me autorregalé todos los libros (narrativa y ensayo) que encontré de él en una librería. He terminado Amok y también la novela (póstuma, no se sabe si inacabada o no) "La embriaguez de la metamorfosis". También he leído un libro de artículos suyos que creo que se titula "Tiempo y mundo" y ahora estoy metida en "Momentos estelares de la humanidad". No tengo actualmente mucho tiempo para leer, pero el que dispongo lo reparto entre seleccionar poemas para ZuMo De PoEsÍa y Stefan Zweig. Y al que no le guste Zweig, pues hará muy requetebién en no leerlo. Porque ya sabes que nadie debe leer aquello que no le guste, y literatura es sólo lo que se lee con placer.
Efectivamente parafraseo el título del relato (que eso viene a ser) de Zweig.
La mujer desconocida en cuestión es una simpática mejicana con quien suelo cruzar mi florete en un blog. Es inteligente y pelín petulante (yo lo debo de ser horrores), y tiene un lenguaje florido y variopinto, trufado de giros americanos que lo hacen encantador.
Mi "carta" sale al paso de una opinión suya casi despectiva de "Veinticuatro horas...", y lo hago como suelo: con ironía y cierta mordacidad.
En cuanto a lo que dices de que cada quisque es dueño de tener sus gustos y de expresarlos en público, estamos de acuerdo. Pero también yo tengo derecho a dar mi opinión, aunque sea a riesgo de poner en evidencia la inopia o el mal gusto del prójimo.
No comparto el aprecio por las sobrevaloradas virtudes de la moderación y de la "prudencia" cuando se debate sobre ideas. Pienso más bien que se ha de exponer sin cortapisa la opinión propia, que es asunto de los demás poner en la picota nuestras carencias, sin que haya de cortarnos un pelo saber que las tenemos.
Es una especie de cruzada particular contra la memez que nos inunda...
Beso.
Pues sí, F. No sobrepasando el límite del insulto (que nunca suma, siempre resta), se puede decir todo. Yo, por ejemplo, no tengo reparo en afirmar que Ulises, de Joyce, me pareció un bodrio insufrible, e incluso en esa época en que no dejaba ningún libro a medio leer (ahora sí lo hago), lo abandoné por aburrimiento hacia la mitad. De todos modos, respeto a quien diga que le gustó, aunque espero que lo diga de verdad y no para dárselas de "mu intelectuá".
Pues yo al Ulises también lo di por imposible, como todo el mundo que conozco. ¿hay alguien que se lo haya terminado?
Hola, M.A. Yo no conozco a nadie, pero sin duda debe haber gente a la que de verdad le haya gustado. Leamos cada cual aquello que nos guste, pasemos de lo que nos desagrade, y respetemos los gustos ajenos, sin perjuicio -eso sí- del derecho a opinar lo que nos parezca. Creo que es fácil ponerse de acuerdo en esto.
La felicidad es tener una gran familia, unida, cariñosa, que se preocupe por uno… y que resida a 300 kilómetros.
(GEORGE BURNS)
Soplar y sorber, no puede ser.
Disciplina es el puente entre las metas y los logros.
A mí me pasa contigo
lo que al perro con el pan,
que solito con mirarte
me estoy relamiendo ya.
Los hombres son llevados por los caballos, alimentados por las vacas, vestidos por las ovejas, defendidos por los perros y comidos por los gusanos.
(proverbio húngaro)
Podría un buitre
comerse mi cadáver
como yo un plátano.
(RAFAEL BALDAYA)
Igual que a una mosca Mozart le parece ruido, al hombre le parece azar el cosmos.
(JESÚS COTTA)
Como una noche de invierno
necesita la mañana,
yo necesito tu cuerpo
para la paz de mi alma,
para el consuelo y la calma
de mis locos pensamientos.
De mis locos pensamientos
y de mis noches en vela
sin la gracia de gacela
que tienen tus movimientos,
tu resplandor, tu hermosura:
maravillosa locura
que convirtió mi amargura
en alegría y aliento.
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