zUmO dE pOeSíA

zUmO dE pOeSíA
de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

Ver una entrada al azar

martes, 15 de marzo de 2011

Digno (por Saiz de Marco)

La paloma que comió arroz en mi mano
el perro que se tumbó junto a mí
el gato que durmió entre mis piernas
por un instante me hicieron sentir
limpio
confiable
liberado de humana inmundicia
digno de existir
digno incluso
de estar vivo en la tierra

8 comentarios:

F. dijo...

"Cuanto más conozco a las personas más quiero a mi perro".
Eso lo dijo don Adolfo Hitler.
Amante él de los animales, al parecer.
Y ya sabéis como salió el amante fabuloso.
Yo desconfío de los que aman "demasiado" a los animales.
Muchos son redomados misántropos.
Conocí de niño a una pécora que nos odiaba a los peques, pero que mimaba hasta la náusea a un chucho-salchicha.
Yo quiero (mucho) a los animales.
A los hombres, a unos sí y a otros poco.
A la mujeres, a casi todas (son mejores).
No odio a nadie, pero tengo manía a algunos bastantes.
Para desgracia mía si, como Saiz de Marco, se me cuela un gato entre las piernas, me suele dejar unos pelos pegados al pantalón que detesto quitar.
A mi me suelen querer los animales.
Estamos un grupo y el caballo viene hacia mí y me planta el cálido belfo en el pecho.
Y los perros..., los perros es digno de verse la querencia que me tienen.
Les hablo siempre, como si me entendiesen. Y tal parece que saben lo que les digo.
Y claro que lo saben: les digo que les quiero, que confíen, que se dejen.
Y SIEMPRE se dejan, jamás -pese a lo mucho que los palpo- me han lastimado.
Pero sólo me hallo digno si comparto mi vida con otras gentes, dignas, bellas y valientes.

Emilia Alarcón dijo...

Hola, F. No conozco a nadie que tenga un perro y no le hable. Lo de que hay quienes tienen cariño a los animales y en cambio odian a las personas me parece posible (ahí está el caso de Hitler, que -según creo- se cuidó incluso de envenenar a su perra antes de suicidarse él), pero elevar eso a categoría me parece muy equivocado. En general, no es así. Por ejemplo, quienes rechazan las corridas de toros son personas preocupadas igualmente por el dolor humano. Porque a la postre es un mismo dolor. El sistema nervioso animal, al menos de los animales superiores (perros, gatos, toros...: mamíferos en general) no difiere en cuanto a sensitividad del humano. Puede que estos animales tengan menos capacidad para el dolor anímico (aunque ¿quién no ha oído llorar a un perro?) pero para el dolor físico su capacidad es la misma. Así que me parece erróneo concluir que el respeto o cariño a los animales conlleve una especie de misantropía (rechazo a los humanos). Bueno, me estoy enrollando porque en realidad de lo que dices deduzco que tú tampoco opinas eso. Saludos.

Anónimo dijo...

Yo no elevo lo dicho a categoría. No obstante, es cierto que he conocido a gente que demuestra un desaforado amor hacia los animales (domésticos, que a lo mejor les importa un bledo que se extingan los osos o las ballenas azules).
Y no es menos cierto que bastantes de ellos dejaban mucho que desear como personas.
Porque todo ha de tener su medida y su proporción: el cariño, también.
A ningún amante desaforado de (ciertos) animales le parecería aberrante comerse unas chuletas de cordero. Pero la cosa cambia si le hubiese que meter el diente al solomillo de algún orondo clérigo (por poner un ejemplo y por aquello de "de la mar el mero, de la tierra el cordero y de la selva...el misionero).
Pues "eso" es lo que va del amor a un animal al trato con un semejante humano.
Cuando veo por la calle esos caniches con una rídícula gabardina, recién salidos de la peluquería canina, que van de la correa de una señora que los mira embelesada, algo se me revuelve en el cajón de los escrúpulos.
Tengo la intuición de que algunos de esos apasionados por los animales lo son a fuer de fracasados en el trato con los otros humanos. Desplazados de tal relación, despechados y a veces resentidos, proyectan su afecto en un ser vivo dócil y sufrido, que raramente va a plantarles cara.
Es éste un filón que le saco al asunto. Me gusta contemplar las cosas bajo luces distinta, Soy así. Y por ello polemizo casi siempre. Hay deportes más aburridos. Yo, tan pancho.

PD.- Emilis, NUNCA sería capaz de coger con un fino guante de celofán las mierdecitas de un perrito. Es de las pocas cosas de las que que estoy seguro.

Emilia dijo...

Pues F, en psiquiatría hay descrito un cuadro llamado "síndrome de Noé", que afecta a personas que acumulan animales domésticos en casa, generalmente gatos o perros. Por lo que he leído, este síndrome se da en personas que se consideran (con fundamento o sin él) maltratadas por otros humanos. Muchos son mendigos. Estas personas encuentran en el cariño animal un sustitutivo del amor humano que les falta (no entro en si con razón o sin ella). A mí, después de todo, me parece entendible. Los animales no tienen capacidad para la crueldad. Pueden ser feroces pero siempre por un motivo poderoso (la depredación para alimentarse) y no por un motivo perverso o gratuito. ¿Perros con gabardina y peluquería? Sí, sin duda es una aberración ya que una cosa es hablar al perro (que no entiende las palabras -algunas sí- pero sí capta perfectamente la entonación) y otra muy distinta vestirlo o peinarlo ridículamente. En eso estoy de acuerdo. Y sobre las caquitas, a mí también me da repuaj, por lo que tengo una gata que hace sus necesidades en el cajón y luego recojo con una paleta.

Aldonza Lorenzo dijo...

Quien quiera la coliflor, quiera las hojas de alrededor.

Cide Hamete Benengeli dijo...

El tiempo con el amor
hicieron una contrata,
y lo que el amor dispone
el tiempo lo desbarata.

cajón desastre dijo...


No me digáis que estas o aquellas ideas no son mías, porque os contestaré que no es más padre de una idea quien no hizo sino engendrarla para abandonarla a continuación, sino que lo es quien la prohijó, la lavó, la vistió, hizo por ella y la puso en su sitio.

(UNAMUNO)

RAMóN Y SUS GREGUERíAS dijo...

El agua se suelta el pelo en las cascadas.