zUmO dE pOeSíA

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sábado, 21 de mayo de 2011

Una noche (por Charles Simic)

Una noche caminábamos tú y yo juntos.
La luna era tan brillante
que podíamos ver la senda entre los árboles.
Luego las nubes la escondieron
y tuvimos que tantear el camino
hasta que sentimos la arena bajo los pies desnudos
y escuchamos el rumor de las olas.

¿Recuerdas que me dijiste:
“Todo, fuera de este momento, es mentira”?
Nos desnudábamos en la oscuridad
al borde del agua
cuando arranqué el reloj de mi muñeca
y sin ser visto ni decir
nada, lo arrojé al mar.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

SUBLIME

zUmO dE pOeSíA dijo...

Nos alegra que te haya gustado. Hay algunos poemas (los más grandes poemas) que, cuando uno los lee, tiene una sensación parecida a la magia. Algo así como presenciar un milagro, un fenómeno paranormal. Porque mágico es decir con palabras lo que parecía imposible expresar.

"Poesía como magia", no parece una mala comparación. Pero muy pocos poemas, y muy pocos poetas, lo consiguen.

Cide Amete Benengelí dijo...

Querer a quien no te quiera,
a eso se llama querer.
Porque querer a quien te quiera
es solo corresponder,
y eso lo hace cualquiera.

ORáKULO dijo...

Quien tiene salud, no tiene edad.

TóTUM REVOLúTUM dijo...


Las lágrimas que caen son amargas, pero aún más las que no caen.

casa de citas dijo...


La función del cerebro, el sistema nervioso y los órganos sensoriales es principalmente eliminativa, no productiva. Es protegernos, impedir que quedemos abrumados y confundidos por la enorme masa de elementos y sucesos en gran parte inútiles, dejando fuera la mayor parte de ellos y admitiendo únicamente la muy reducida y especial selección que tiene probabilidades de sernos útil.

(BERGSON)

cajón desastre dijo...


Siempre he pensado que los grandes poetas son seres fundamentalmente razonables, furibundamente razonadores. Tanto que hasta intentan razonar aquello que no se puede razonar. Creo que en esa lucha se forja un poeta, en la locura de intentar razonar lo irrazonable, en la locura de intentar comprender lo que no se puede comprender, en el empeño de dotar de lenguaje a todo aquello que está fuera del lenguaje. Ese empeño es lo que el poeta pone de su parte. Pero hay algo que no está en su mano, y es la percepción del poema. En la percepción del poema el poeta es siempre lo de menos, un segundón, un elegido a boleo, el primero al que le cae la cagada de gaviota en la cabeza. El poema es esa cagada, y el poeta pasaba por allí.

(LUISA CASTRO)

hAiKu dijo...


Motas de polvo.
Una brizna de luz
enciende el aire.

(SUSANA BENET)