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viernes, 15 de febrero de 2013

Bóveda tras bóveda (por Thomas Tranströmer)


En el interior de la enorme iglesia románica se apretujaban
los turistas en la penumbra.
Bóveda tras bóveda y sin visión global.
Flameaban las llamas de algunas velas.
Un ángel sin rostro me abrazó,
y me susurró por todo el cuerpo:
"No te avergüences de ser persona. ¡Enorgullécete!
En tu interior se abre bóveda tras bóveda sin fin.
Nunca habrás terminado, y es lo que debe ser".
Las lágrimas me cegaban
y alguien me sacó a la plaza ardiente de sol
junto con Mr y Mrs Jones, el señor Tanaka y la signora Sabatini,
y en el interior de todos ellos se abría bóveda tras bóveda sin fin.

8 comentarios:

Tragikomedia dijo...

Me sorprende ese verso "las lágrimas me cegaban" porque tengo entendido que este poeta es ciego. Si no lo es, pido disculpas por mi posible error. Por lo demás, gran poema. Me recuerda ese dicho popular de que "Cada hombre es un abismo, y cada mujer lo mismo". Ya sabemos que todo está ya dicho, pero el señor Transtromer lo redice mucho mejor.

C dijo...

Que decir de este gran poeta , cuesta mucho acceder al blog y a los comentarios .
Saludos

casa de citas dijo...

Si me conociera a mí mismo, saldría corriendo.

(GOETHE)

Cide Hamete Benengeli dijo...

He comprado tres puñales
para que me des la muerte...

El primero, indiferencia,
sonrisa que va y que viene
y que se adentra en la carne
como una rosa de nieve.

El segundo, de traición;
mi espalda ya lo presiente,
dejando sin primavera
un árbol de venas verdes.

Y el último acero frío,
por si valentía tienes
y me dejas, cara a cara,
amor, de cuerpo presente.

He comprado tres puñales
para que me des la muerte...

hAiKu dijo...

Morirás pero
en facebook y en tu blog
seguirás vivo.

(CUQUI COVALEDA)

Círculo Cultural FARONI dijo...

Si te enemistas con la fuente, te morirás de sed.

(proverbio malasio)

casa de citas dijo...


Un silencio abrupto en medio de una conversación nos hace volver de repente a lo esencial: nos revela el precio que debemos pagar por la invención de la palabra.

(CIORAN)

Lloviendo amares dijo...

El cielo no ha cambiado. Es tal como lo veían nuestros antepasados más lejanos, con sus azules, sus vapores, sus nubes.

(TOURNIER)