jueves, 1 de agosto de 2013
Hacia aquellas aguas (por Blanca Sandino)
Todo está lleno de dioses
que recorriendo túneles del tiempo me ocultan las estrellas
cuando intuyo que aunque no puedes verme, me adivinas.
Y en tanto hilo silencios, teje sus porqués la noche,
y a oscuras me pregunto quién podría querer ser extranjero,
quién profeta, quién sombra, sólo sombra,
o quién bajar al averno, a lo confuso,
en un rincón inhóspito el libro egipcio de los muertos
espera que le preste mis manos, pase página,
me adentre por caminos de agua (una aproximación serena hacia la muerte),
y a bocajarro me tope con sus dioses.
Sus dioses, ésos que oigo bajo mi piel cuando me laten gemidos paralelos,
cuando me respiran, o acompasan las horas y me ocultan seis cifras: una fecha.
O mil fechas (Ay, poder morir. Poder morir mil veces, hasta quedar exhausta de morirme.)
Debo volver -me digo-, recompongo la luz en mi memoria: tras los párpados,
lloran los ojos aguanieve de albedo, amargo albedo.
Y vuelvo. Oigo mi nombre (la querencia me vence hacia tu orilla,
desnuda mar sobre la piedra) y entonces
hacia aquellas aguas, amor, aquellas aguas, vuelo.
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8 comentarios:
Todos los Dioses brillan como estrellas en el firmamento; pero, no siempre la mirada es tan limpia como puede ser la noche.
Cuando vemos a alguien leyendo un libro que nos gusta, el libro nos habla bien del lector.
Cuando duerme el gato, los ratones bailan.
(proverbio francés)
Habla bien del muerto o guarda silencio.
Eres mi abandono más completo,
mi indefensión, mi zona franca,
lo que me exime de cuidarme.
Tal vez por eso en ti se juntan
mi mayor recuerdo y mi mayor olvido
y no sé si eres mi compañía
o eres ya mi soledad.
(ROBERTO JUARROZ)
El ideal es un mito de acción, un estimulante como el opio o la cocaína. Sirve para convertirnos en otros, pero se paga caro: como lo que ni seremos ni podríamos haber sido.
(PESSOA)
La persona que no se ha liberado de los vínculos con la sangre y el suelo aún no ha nacido plenamente como ser humano.
(ERICH FROMM)
Al nacer
cabías dormida
sobre mis manos
a tu lado
parecíamos gigantes
pero éramos pequeños
hija
los tres
en la palma
de la noche
(HUGO CONEUS)
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