zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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lunes, 7 de abril de 2014

También (por José Emilio Pacheco)


Dos mil años después de que el Vesubio
sepultó entre cenizas a Pompeya
encontraron un muro en que estaba escrito:


Nada es eterno.
Brillan los soles y en el mar se hunden.
Arde la luna y se desvanece más tarde.
La pasión de amor
se termina también
como la lluvia.

Al tercer día de copiado el grafito
el yeso en que lo inscribieron se vino abajo.

Se acabaron los versos
como la lluvia.

5 comentarios:

hAiKu dijo...


El paraíso...
sin libros ni internet.
Nos han timado

cajón desastre dijo...


A veces basta la ausencia de una sola persona para que el mundo te parezca deshabitado.

(LAMARTINE)

hAiKu dijo...

Real Academia:
Es el rebaño quien
guía al pastor.

(RAFAEL BALDAYA)

tERESA pANZA dijo...

Casa cerrada, casa arruinada.

todo está en BORGES dijo...


Pienso en un tigre. La penumbra exalta
la vasta Biblioteca laboriosa
y parece alejar los anaqueles;
Fuerte, inocente, ensangrentado y nuevo,
él irá por su selva y su mañana
y marcará su rastro en la limosa
margen de un río cuyo nombre ignora
(en su mundo no hay nombres ni pasado
ni porvenir, sólo un instante cierto.)
y salvará las bárbaras distancias
y husmeará en el trenzado laberinto
de los olores el olor del alba
y el olor deleitable del venado;
Entre las rayas del bambú descifro,
sus rayas y presiento la osatura
bajo la piel espléndida que vibra.
En vano se interponen los convexos
mares y los desiertos del planeta;
Desde esta casa de un remoto puerto
de América del Sur, te sigo y sueño,
oh tigre de las márgenes del Ganges.

Cunde la tarde en mi alma y reflexiono
que el tigre vocativo de mi verso
es un tigre de símbolos y sombras,
Una serie de tropos literarios
y de memorias de la enciclopedia
y no el tigre fatal, la aciaga joya
que, bajo el sol o la diversa luna,
va cumpliendo en Sumatra o en Bengala
su rutina de amor, de ocio y de muerte.
Al tigre de los símbolos he opuesto
el verdadero, el de caliente sangre,
el que diezma la tribu de los búfalos
y hoy, 3 de agosto del 59,
alarga en la pradera una pausada
sombra, pero ya el hecho de nombrarlo
y de conjeturar su circunstancia
lo hace ficción del arte y no criatura
viviente de las que andan por la tierra.

Un tercer tigre buscaremos. Éste
será como los otros una forma
de mi sueño, un sistema de palabras
humanas y no el tigre vertebrado
que, más allá de las mitologías,
pisa la tierra. Bien lo sé, pero algo
me impone esta aventura indefinida,
insensata y antigua, y persevero
en buscar por el tiempo de la tarde
el otro tigre, el que no está en el verso.

(BORGES)