Por una vez permíteme que allane tu morada.
Nada me llevaré.
Cambiaré solamente de sitio algunos muebles:
el orden de importancia con que gradué las cosas;
la niebla de mis ojos justo en aquel instante;
el paso que di en donde se dividió un camino;
unas pocas palabras que dije o que no dije.
Apenas moveré aquel cuadro,
esa lámpara.
Retocaré a lo sumo cuatro detalles tontos.
No revolveré nada esencial ahí dentro
-ni techos
ni cimientos
ni vigas
ni tabiques-.
Nadie se dará cuenta
en una mansión tan grande como la tuya.
Tu fama de rocoso,
de fijo,
de inmutable
no sufrirá por eso.
Tan sólo esta vez ábreme
tu trabado cerrojo,
tu clausurada puerta.
Por una vez,
Pasado,
déjame entrar en ti.
6 comentarios:
ay si se pudiera, si se dejara
gracias
m.
Piedra suelta no tiene vuelta.
Tempus fugit, y no solamente huye (el muy cobarde) sino que nunca se deja echar el lazo y menos aún detener y traer de vuelta al calabozo. Échale un galgo al tiempo. Pero bueno, estoy de acuerdo en que en ocasiones especiales podría y debería dejarse pillar.
La juventud es un tesoro que, en las manos inexpertas de un joven, de poco vale.
Kant no va al cine.
Hegel no oye la radio.
Marx no hace zapping.
(CUQUI COVALEDA)
Sangre en la boca, ni mucha ni poca.
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