lunes, 11 de enero de 2016
Todas las carreteras (por Milo de Angelis)
En el verano del tiempo humano,
en el último verano,
existían todas las carreteras.
La Prenestina
con sus cinturones de ronda alcanzaba el mar
de Tarento viejo y los jardines de Puerta Venecia,
geografía de uniones inesperadas,
tiempo que no se pierde,
todas las carreteras,
todos los amores sumergidos en uno solo
y renacidos,
todos los pasos delante del portal,
las miradas
en el portero automático,
todas las voces, los acentos, las sílabas,
tú que salías sonriente con tu gorra de pelo
y caminabas decidida hacia un autobús.
en el último verano,
existían todas las carreteras.
La Prenestina
con sus cinturones de ronda alcanzaba el mar
de Tarento viejo y los jardines de Puerta Venecia,
geografía de uniones inesperadas,
tiempo que no se pierde,
todas las carreteras,
todos los amores sumergidos en uno solo
y renacidos,
todos los pasos delante del portal,
las miradas
en el portero automático,
todas las voces, los acentos, las sílabas,
tú que salías sonriente con tu gorra de pelo
y caminabas decidida hacia un autobús.
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2 comentarios:
Nunca los ríos
de la cumbre al mar van
en línea recta.
(CUQUI COVALEDA)
La gente está llena de sorpresas, incluso para sí misma, cuando está conmovida.
–Nadie puede quedarse en el Jardín del Edén –dijo Jacques–. Y añadió. –Me pregunto por qué.
No contesté. Me despedí y lo dejé.
Desde entonces he pensado en la pregunta de Jacques. La pregunta es banal, pero una de las dificultades de vivir es que vivir es banal. Finalmente todos seguimos el mismo camino oscuro –y el camino trampea y es más oscuro y traicionero cuando parece más brillante… y lo cierto es que nadie se queda en el Jardín del Edén.
Tal vez todos tenemos un Jardín del Edén; pero apenas hemos contemplado el jardín cuando percibimos la espada llameante.
(JAMES BALDWIN)
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