Los niños que recogen nuestros huesos
nunca sabrán que éstos fueron una vez
tan rápidos como los zorros en el monte;
hacen al aire agrio más agrio con su olor,
ellos tenían un ser, un aliento congelado;
y nunca han de adivinar que con nuestros huesos
dejamos mucho más, dejamos la todavía
apariencia de las cosas y dejamos los sentimientos
hacia lo que vimos. Las nubes de la primavera vuelan
sobre la mansión cerrada,
más allá de nuestra cerca y del cielo airoso
plañe una docta desesperanza.
Conocimos por mucho tiempo la apariencia de la mansión
y lo que dijimos sobre ella se ha convertido
en parte de lo que ahora es… Niños,
que todavía tejen guirnaldas como aureolas
hablarán nuestro lenguaje sin saberlo,
como si el que vivió ahí hubiera dejado
un espíritu atormentado en las paredes vacías,
una casa sucia en un mundo sin entrañas,
un jirón de sombras que despunta en blanco,
manchado con el oro del opulento sol.
6 comentarios:
En tanto que no dejes de subir, no cesan las escaleras. Crecen hacia arriba, debajo de tus pies que suben.
(KAFKA)
Le pregunté a un economista su número de teléfono y me contestó... con una previsión.
Clásico es lo que nunca está de moda y por eso nunca pasa de moda.
Pero quién coño es Felisuco?
¿Qué hace falta para ser feliz? Un poco de cielo azul encima de nuestras cabezas, una tibia brisa y la paz del espíritu.
(MAUROIS)
Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire. El que agradece que en la tierra haya música. El que descubre con placer una etimología. Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez. El ceramista que premedita un color y una forma. Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada. Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto. El que acaricia a un animal dormido. El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho. El que agradece que en la tierra haya Stevenson. El que prefiere que los otros tengan razón. Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
(BORGES)
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