Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío.
Como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.
A este oficio me obligan los dolores ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.
Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,
rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte.
7 comentarios:
Palabras que necesitaban, ellas mismas, ser dichas. El poeta no lo sabe pero es su médium, el instrumento para que ellas (las dueñas) afloren y se asomen al mundo.
Aunque se fueran los poetas, nos quedarían los pájaros.
En las mañanicas
del mes de mayo
cantan los ruiseñores,
retumba el campo.
En las mañanicas,
como son frescas,
cubren los ruiseñores
las alamedas.
Si os partiéredes al alba,
no espantéis al ruiseñor.
Líbrenos Dios de quienes usan muchas palabras para decir muy poco (o nada).
El Estado no debe confiar en la honestidad de los dirigentes. Sólo debe confiar en sus límites y sus controles.
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