¡Oh!, Qué cansado estoy de mi cobarde,
vieja, tan salvaje tierra,
y cómo me gustaría alejarme,
norte allá, donde dicen que la gente es limpia,
y noble, culta, rica, libre,
despierta y feliz.
Entonces en la congregación,
los hermanos dirían desaprobando:
"Como el pájaro que deja el nido,
así el hombre que abandona su lugar",
mientras yo ya muy lejos, me reiría,
de la ley de la antigua sabiduría
de este mi árido pueblo.
Pero no seguiré nunca mi sueño,
y me quedaré aquí hasta la muerte,
porque soy también muy cobarde y salvaje,
y amo además con un desesperado dolor
esta mi pobre,
sucia, triste, desdichada patria.
3 comentarios:
No hay rosa sin espinas. Si alguna hubo, se la comió la primera oveja que pasó. Aparte de eso, bien miradas las espinas no son malas con quien no las toca.
Donde está tu corazón está tu hogar.
(proverbio galés)
A ninguno le place lo que por fuerza hace.
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