Ver una entrada al azaral que no sabemos por dónde entrar,
allí estamos.
Estás tú que me traduces a ti.
Estoy yo que te interpreto en mí.
Mientras de nuestros originales nada se sabe
salvo que inexisten profundamente
en los márgenes de la niebla.
martes, 5 de junio de 2018
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4 comentarios:
No sé lo que me das.
No sé lo que me quitas.
No sé cuál de las dos cosas mide más.
No lo sé, pero sí sé...
que no quiero saberlo.
De no estar tú,
qué enormemente grande
sería el bosque.
(KOBAYASHI ISSA)
El secreto era nada.
La tarde tranquila y muda
con los muchachos paseando al perro
y el viejo volviendo de la compra.
El secreto era nada.
Posarse en el mundo a ser uno más.
Todo era mucho.
Ahora todo es insuficiente.
Ordenemos, alma mía, lo que venga
y hagamos un pequeño todo de nada.
(MARÍA TAIBO)
Torno a vuestro ojos misericordiosos, con este textículo que escribía por las postrimerías del año pasado:
A LUNA SOBRE LAS ISLAS FEROE
En la isla mayor de las Feroe existe una cordillera de mediana altitud, orientada de norte a sur, que por su vertiente oriental se acantila sobre el mar, dejando de su lado occidental la llanura en la que viven los hombres y las bestias. Cuando la luna sale, necesariamente despunta sobre las cimas de las montañas. Dice la tradición que los lobos que poblaban aquellos páramos desolados en los tiempos antiguos, al ver aparecer la luna emitían un aullido parecido a un prolongado Muuuuuuuun. Y que los primitivos pobladores de las islas, bacaladeros y recolectores de ámbar, dieron ese nombre a lo que los griegos denominaron Selene y los romanos Luna.
Me miraron sorprendidos inquiriéndome sobre si era verdad lo que estaba diciendo. Sonreí y todos entendieron que era cuento.
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