Ellos dicen mío
de todas las cosas, tan pacientes. Son
como el viento que roza las ramas
y que dice: mi árbol.
Apenas notan cómo
cuanto coge su mano, se pone incandescente:
así que ni en su borde más externo
podrían sujetarlo sin quemarse.
Dicen mío, como uno que
llamara amigo al príncipe, al hablar con labriegos,
si ese príncipe es grande y está muy lejos.
Dicen mío de los externos muros
pero no conocen nada del dueño de la casa.
Dicen mío y lo llaman propiedad,
cuando todo a lo que ellos se acercan se cierra,
igual que un ordinario charlatán
llama míos al sol y a los relámpagos.
Así dicen: mi vida, mi mujer,
mi perro, mi hijo, y saben, sin embargo, muy bien
que todo: mujer, vida, perro y niño,
son extrañas imágenes que palpan,
ciegos, con manos extendidas.
Certidumbre, en verdad, sólo hay para los grandes,
los que anhelan ver. Pues los otros
no quieren oír que su caminar mísero
no se integra con nada de lo de alrededor,
y que, apartados de sus bienes,
sin ser reconocidos por su propiedad, poseen
tan poco a la mujer como a la flor,
que tiene una vida ajena para todos.
4 comentarios:
La única manera posible (y ni siquiera del todo) de "poseer" algo es amarlo.
Creo que la traducción podría ser mejor. Aun así me parecd sublime.
Quizá el ideal sería un mundo del todo anónimo. Que no hubiera nombres de países, por ejemplo, que sólo sirven de pretexto para las guerras. Que ningún individuo tuviera nombre. Que todo libro que se publicara fuese anónimo. Que no hubiera ni éxito ni fracaso. Y que no existiera ni la pobreza ni la fortuna.
(BORGES)
La primera obligación de la inteligencia es desconfiar de ella misma.
(STANISLAW LEC)
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