domingo, 2 de mayo de 2010
Invictus (por W. E. Henley)
Desde la noche que sobre mí se cierne,
negra como su abismo insondable,
doy gracias a los dioses, sean quienes sean,
por mi alma inconquistable.
Caído en las garras de las circunstancias
nadie me ha visto llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de ira y lágrimas
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años
me halla, y me hallará, sin miedo.
No importa lo estrecho que sea el camino,
lo severa que sea la sentencia.
Soy el dueño de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
negra como su abismo insondable,
doy gracias a los dioses, sean quienes sean,
por mi alma inconquistable.
Caído en las garras de las circunstancias
nadie me ha visto llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de ira y lágrimas
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años
me halla, y me hallará, sin miedo.
No importa lo estrecho que sea el camino,
lo severa que sea la sentencia.
Soy el dueño de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
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3 comentarios:
En la puerta de un molino
me puse a considerar
las vueltas que ha dado el mundo
y las que quedan por dar.
En alta mar
el mayor parto. Nace
Bebé Ballena.
(CUQUI COVALEDA)
¿Qué es un ser humano, sino un conjunto ingenioso de cañerías portátiles?
(MORLEY)
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