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jueves, 2 de diciembre de 2010

Ni siquiera (por Saiz de Marco)

La ternura mayor
al menos en tamaño
la madre dinosaurio cuidando de sus crías
nunca fue vista por los ojos de un humano
Y hubo también ternura
en felinos
en ratas
en mamúts
en bonobos
protegiendo a sus hijos
lamiéndoles su cuerpo
dándoles de mamar
(corazones latiendo
amor de madre dentro de los nidos
las cuevas
los troncos de los árboles
las madrigueras y otras guaridas subterráneas)
La ternura no fue invención de los hombres
(No
ampuloso homo sapiens
señor del gran cerebro
no es tuya la patente
no has sido tú el artífice
no has traído tú el amor a este astro descarriado

a esta esquina del cosmos)
Millones de años antes de entrar aquí nosotros
la ternura
el afecto
puros y primitivos
estaban ya inventados
Ni siquiera ese punto podemos anotarnos
Ni siquiera ese fruto es de nuestra cosecha
Ni siquiera ese hallazgo está en nuestro historial
Atribuírnoslo es
robar a otros su mérito

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Perdonadme la franqueza pero no, en esta ocasión no me ha gustado el poema de Saiz de Marco.
Leyéndolo me parece estar ante un ensayo de etología; ante algo de Desmond Morris o de un equipo de National Geografic que reflexionara en voz alta tras uno de sus espléndidos reportajes.
"Las madrigueras y otras guaridas subterráneas...". Lenguaje pedestre, a ras de tierra (mejor soterrado); no hay belleza en las palabras, muy prosaico todo; eso No es poesía (y ésta es mí osadía)
Además, es una obviedad lo que se dice: ¿hará falta que álguien nos desvele la ternura de las hembras -de cualquier especie- para con sus crías?
Tal ternura merece más bellas palabras que la glosen.

PD.- Temo haber sido antipático con lo que digo y que me juzguéis pretencioso.
Lo siento, pero que digamos nuestra verdad es lo que se ha de esperar de nosotros, míseros Homo sapiens.

Saludo cordial.

F. dijo...

Lo anterior es del colega F.

Emilia Alarcón dijo...

Gracias, F., por tu comentario. A nosotros sí nos gustó el poema: todo ese amor oculto, invisible debajo de las piedras, tan respetable como el amor humano que no hemos descubierto. Y el amor de los dinosaurios en el que nunca se nos había ocurrido pensar... Pero, claro, las opiniones y críticas son libres. (Los poemas de Saiz de Marco los cogemos del blog seleccion-de-poemas.blogspot.com) Un saludo.

F. dijo...

Que eso que llamamos sentimiento amoroso es algo que compartimos con los "demás" animales -vivos o extintos- es algo que dice Saiz de Marco y que no puede discutirse; hay evidencia sobrada de ello.
La tradición literaria asocia este concepto con entidades tan evanescentes como son el alma, dios, el espíritu...
Si oímos hablar a un fisiólogo o a un neurólogo de los procesos biológicos que están detrás de ese sentimiento inefable, que lo median y lo dimensionan, no podemos sino sentir decepción y un cierto abatimiento: pensar que todo se plantea en medio de una borrasca de hormonas desatadas, de enzimas que se activan,de neurotransmisores...
Pura biología..., de la que no están excluidos nuestros compañeros de viaje los animales.
Pero la decepción no ha de durar en quienes tengan la mente abierta al Universo. Que el desengaño derive de que nuestros más nobles sentimientos no sean sino función de la MATERIA y no un soplo que nos infundió la Divinidad, se explica porque nos han educado ancestralmente en el prejuicio de que lo material es malo, sucio, deleznable; lo espiritual (?) -por el contrario- es elevado, limpio, trascendente...Dios.
Patrañas todas ellas: lo noble, lo excelso, lo bello es lo que está contenido en la materia, capaz de devenir en algo tan sublime como es el Hombre. Con todo lo que significa que yo escriba esto y que tú, Emilia, lo leas a quinientas millas (suena mejor) de mí.
Sí, es el Hombre el que ha inventadoa dios..., a su imagen y semejanza.
Ser materialista -como yo lo soy- no está reñido con tener capacidad de ensoñación, de sentir la poesía, la belleza...
Solo que quienes son como yo dan a la MATERIA los atributos que otros creen encontrar en dios.
Ergo, la Materia es "divina".

PD.- Me he despachado contigo Emilia (me dirijo a ti porque eres la que rubrica los escritos, y por lo que te estoy muy reconocido).
Si me he excedido, me lo adviertes.
Beso.
Chao.

Emilia Alarcón dijo...

Bueno, F, efectivamente no hay espíritu sin materia. No hay alma que no lleve un cerebro colgando, y el cerebro es pura materia. Las neuronas se componen de carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, calcio, fósforo... O sea, como todo o casi todo. Así es. Las reglas de la física y de la química son las mismas para la materia inerte y para la materia viva. Si nos tiran desde una montaña rodaremos hacia abajo como una piedra o cualquier otro objeto, atraídos por la ley de la gravedad (ésta sí que es una Ley de verdad, y no las que aprueba el Parlamento). La vida por tanto es materia, aunque, por lo que se ve, es una materia un pelín rarita. Gracias y un saludo.

F. dijo...

Todo lo que ha escrito antes no es más que una autoafirmación en mis convicciones que, al aventarlas,me producien cierto confor anímico.
¿La vida un poco rarita? Y tanto.
No pasa día en que no me enfrente al abismo insondable que es la propia existencia.
Y te aseguro que ello no embota mi gusto por la vida; y trato de extraer de ella todo el zumo que me es posible (para algunos no será mucho, para mí infinito) Es lo único que tengo. Y me lo bebo cada día
No es baladí empezar una mañana con el que vuestra generosidad me brinda, Emilia.
Gracias.
Chao.

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...

Me alegra, F, que ames la vida. JRJ decía que "la vida es la muerte en movimiento". ¿A ti que te parece?

F. dijo...

Pues me parece que las palabras de Juan Ramón ponen de relieve el miedo patológico que este hombre tenía a la muerte: al decir que la vida es otra manifestación de la muerte trata de conjurar el estrés que le supone la certeza de que se encamina inexorablemente hacia ella, porque se teme menos lo que "ya" se conoce. Un mecanismo psicológico que trata de descargar tensión. Porque toda vivencia tiende a buscar el equilibrio mental.
Zenobia las debió pasar moradas con un hombre tan complicado; un neurótico aquejado de múltiples tics, desde la hipocondría a la depresión profunda.
Pero qué creadoras pueden ser algunas neurosis, ¿verdad?
En cuanto a qué pienso yo de semejante teoría, te diré que estoy con los que sostienen que quienes mueren no "están" muertos, porque al cesar la vida lo que resta NO es una persona que sea sujeto de tal estado: mientras vivo no existe la muerte; después de la muerte no existo YO.
Consecuentemente, considero que la muerte es el tránsito de un estado al otro: los "muertos" no existen.
En cuanto a que sen la misma cosa ambas realidades..., que no fastidie Juan Ramón Jiménez.

PD.- En el poema de Pavese cita las cuencas vacías de un cadáver llenas de tierra. Curiosamente, en mi primer contacto con vosotros improvisé algo que también se refería a unas cintas de colores que había en ciertas órbitas.
Por favor, Emilia, no vuelvas a disculparte por tus rollos, que me dejas en evidencia.
Abrazo.

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...

JRJ tiene, en mi opinión, poemas un tanto afectados, casi rayanos en lo cursi. Pero, junto a ellos, escribió algunos poemas memorables, tal vez los mejores, los más auténticamente poéticos escritos en español, con los que expresó en palabras lo que, hasta él, era imposible expresar. En cuanto a que la neurosis puede llegar a ser muy creativa, estoy totalmente de acuerdo. Ahí tenemos el caso de Fernando Pessoa, que incluso pidió ser ingresado en un psiquiátrico.

Alifanfarón de la Trapobana dijo...

Un gato puede tener propietario, pero no dueño.

casa de citas dijo...


No existe lo liliáceo ni lo rosáceo. Existe la lila y existe la rosa.

(BURCKHARDT)

TóTUM REVOLúTUM dijo...

Keep It Small and Simple (KISS)

(Mantenlo pequeño y sencillo.)

hAiKu dijo...


¿Cuántos habrán
muerto en esta cama
del hospital?

(CUQUI COVALEDA)

Cide Hamete Benengeli dijo...

El cigarro que tiraste
como un loco lo besé.
Mira tú qué disparate.

Dimes Y Diretes dijo...

Es casi imposible llevar la antorcha de la verdad a través de una multitud sin chamuscarle la barba a alguien.

(LICHTENBERG)