martes, 24 de mayo de 2011
Persisto (por Eloy Sánchez Rosillo)
Hay en este ir dejando que transcurra
la vida sin dar fruto, en esta voluntaria
renuncia a hacer en la que tantas veces
me mantengo y que no tiene, en mi caso,
ninguna relación con la pereza,
ni con el yermo escepticismo, ni
con esa sequedad del corazón que a muchos,
a mi edad, para siempre les niega la palabra,
hay en este abstenerse deliberado, acaso,
no sé, como un extraño amor por el peligro,
como un oscuro afán irreprimible
de tentar a la suerte andando por el borde
de un abismo espantoso. En ocasiones, pasan
largos meses enteros en los que nada escribo,
en que me opongo inexplicablemente
a cumplir el deber que justifica
mi existir. Y me digo: “Hace ya muchos años
que dejé de ser joven; va acortándose el tiempo
del que tal vez disponga para llevar a cabo
la labor pendiente: los poemas
que porfían y aspiran al aire y a la luz
y que sin forma habitan en las sombras
de mi silencio. No hay mayor tristeza
que la de aquello que queriendo alzarse
no crece y se transforma en flor, en vida
que se afirma y que canta”. Sin embargo, persisto
en la inactividad, mirando, absorto,
lleno de culpa y de desasosiego,
al fondo del abismo: la nada que desdice
mis viejas ilusiones, la fe que me sostuvo,
mi voluntad de ser frente a la muerte.
la vida sin dar fruto, en esta voluntaria
renuncia a hacer en la que tantas veces
me mantengo y que no tiene, en mi caso,
ninguna relación con la pereza,
ni con el yermo escepticismo, ni
con esa sequedad del corazón que a muchos,
a mi edad, para siempre les niega la palabra,
hay en este abstenerse deliberado, acaso,
no sé, como un extraño amor por el peligro,
como un oscuro afán irreprimible
de tentar a la suerte andando por el borde
de un abismo espantoso. En ocasiones, pasan
largos meses enteros en los que nada escribo,
en que me opongo inexplicablemente
a cumplir el deber que justifica
mi existir. Y me digo: “Hace ya muchos años
que dejé de ser joven; va acortándose el tiempo
del que tal vez disponga para llevar a cabo
la labor pendiente: los poemas
que porfían y aspiran al aire y a la luz
y que sin forma habitan en las sombras
de mi silencio. No hay mayor tristeza
que la de aquello que queriendo alzarse
no crece y se transforma en flor, en vida
que se afirma y que canta”. Sin embargo, persisto
en la inactividad, mirando, absorto,
lleno de culpa y de desasosiego,
al fondo del abismo: la nada que desdice
mis viejas ilusiones, la fe que me sostuvo,
mi voluntad de ser frente a la muerte.
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10 comentarios:
Pues la verdad, no veo mucha coherencia en afirmar que No hay mayor tristeza que la de aquello que queriendo alzarse no crece ni florece, y por otro lado mantener una postura castrante y represora de la propia creatividad. A lo mejor no he entendido bien el poema, pero me parece un claro caso de autotortura. Probablemente una actitud así obedecerá a motivaciones profundas, tal vez autoignoradas.
Coplas y refranes, del aire nacen.
Todo humano es un bicho. Pero puede intentar no ser un mal bicho.
Ven aquí, remediaora,
y remédiame mis males,
que si tú no los remedias
no me los remedia nadie.
Exagerar y mentir, por el mismo camino suelen ir.
Todo lo que haces por mí pero sin contar conmigo, lo haces contra mí.
Una vez un ordenador me ganó al ajedrez, pero luego le reté a boxear y ahí ya no opuso resistencia.
(EMO PHILIPS)
Ríos, afluentes,
arroyos, torrenteras...
Fluye tu sangre.
(CUQUI COVALEDA)
El amor sin sacrificio se parece a robar.
Son los abedules llama viva
en el bosque negro de los abetos.
Se diría que arden erguidos.
¿Ves humo o es la niebla que llega?
(MARIÀ MANENT)
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