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sábado, 24 de marzo de 2012

Es tarde (por James Salter)

Por la Quinta Avenida, las luces traseras, todo oscuro,
la calle mojada resplandece,
la ciudad en la que siempre viví, el colegio
y todo lo demás: el amigo de pelo rizado
que me contó lo que había hecho con Faith
en el apartamento de los padres de la chica, en la calle 83,
era tan inocente, igual que tantas otras.
Pienso en las primeras veces, algunas tan cerca de aquí,
el primer pato asado en casa de Ethel Reiner,
en su comedor del tercer piso,
mi primera pelea frente al Ala Egipcia
con dos hermanos flacuchos,
mi primer curso fallido de francés, mi primera
aventura sexual en el Picadilly
ella fue lista y se casó con otro,
la chica del New Yorker que vino a tomar una copa
en Longchamps, el aire terso resbalaba por sus ventanas
como en el camarote de un barco, hacía frío,
el amanecer se acercaba,
toda la ciudad existía para tu felicidad, fajos de periódicos
cada mañana, almuerzos apresurados, salidas nocturnas,
gente nueva, películas, nos abrazábamos como borrachos
en el Metropolitan, torsos sonrosados, todo iba ajustándose
poco a poco a una estructura, el amor hermoso y sosegado,
el vestido ceñido que ella llevaba en la fiesta,
y luego más primeras veces: el apartamento cerca de Gracie Square,
un perro listo, el primer dinero de verdad
un cheque de quince mil dólares,
el primer hijo, una niña, los domingos por la mañana,
la ciudad en invierno, gris y plateada, las ventanas en silencio
a lo largo de Madison Avenue,
colores de Sonia Delaunay, los amigos ricos de los años sesenta
vistiéndose para la cena, gemelos de oro macizo,
las mujeres tendidas en el sofá, las risas, almuerzos en Brittany,
las comidas en el calor del verano, las imágenes brillantes de la tarde,
una mujer desnuda en las alturas del St. Regis, el otoño,
el mordisco helado de la ginebra,
salir con el cuello del abrigo subido, la bufanda,
“Así es como se lleva, querido, con la marca
por fuera, mira, así”,
la primera casa en el campo, la primera chica europea,
la primera gonorrea, los edificios
que iban convirtiéndose en escombros, los ladrones, el divorcio,
en los años sombríos que siguieron llegó el cuadragésimo año,
las primeras arrugas en la frente, los primeros errores,
en el bar una rubia pajiza, la voz perfecta,
tardes de Cole Porter, el crepúsculo que cae,
ropa limpia, recién bañados,
pruébalo todo una vez más, en Gallagher´s está
el fornido campeón sin heridas,
“Acércate y dile algo”,
susurraba ella, “¿Y qué le digo?”,
el rostro hermoso, con gafas,
“Dile que te suena de algo, cualquier cosa”,
mirándole la espalda cuando ella pasaba.
Oleadas de lo que entonces era nuevo,
la arrogante elegancia femenina,
boinas de cuero, chaquetas de color coñac,
al lado de aquel tipo la chica asombrosa,
el elegante jersey rojo, la gorra de paracaidista y
el pendiente en una aleta de la nariz,
bello como un hilo de oro.
Las puertas que se han cerrado, los amigos que han fallado,
La ciudad populosa y humeante,
el primer hastío, el primer desprecio por las alabanzas,
las calles con otro nombre, las promesas no cumplidas,
donde apenas reina la justicia y mucho menos la piedad…

Los coches pasan por la avenida, es tarde,
los rostros jóvenes entrevistos en una esquina,
las otras noches, los otros años bajo la lluvia,
viendo cómo desaparecen,
está oscuro en la proa, ya he cruzado
el meridiano. Ahora todo se ha acabado, todo empieza.

10 comentarios:

O........ dijo...

Este es un bajo en caloría y sal , prefiero la beatnik generation pero bueno es un ex- militar americano y tiene todos mis respetos

Volare

Víctor Saltero dijo...

Se nos ha ido Tabucchi. Aunque no venga muy a cuento con la entrada, de su novela “Sostiene Pereira” me permito reproducir un diálogo entre Pereira y el doctor Cardoso.

“…Creer que somos «uno» que tiene existencia por sí mismo, desligado de la inconmensurable pluralidad de los propios yoes, representa una ilusión, por lo demás ingenua, de la tradición cristiana de un alma única; el doctor Ribot y el doctor Janet ven la personalidad como una confederación de varias almas, porque nosotros tenemos varias almas dentro de nosotros, ¿comprende?, una confederación que se pone bajo el control de un yo hegemónico (…) Lo que llamamos la norma, o nuestro ser, o la normalidad, es sólo un resultado, no una premisa, y depende del control de un yo hegemónico que se ha impuesto en la confederación de nuestras almas; en el caso de que surja otro yo, más fuerte y más potente, este yo destrona al yo hegemónico y ocupa su lugar, pasando a dirigir la cohorte de las almas, mejor dicho, la confederación, y su predominio se mantiene hasta que es destronado a su vez por otro yo hegemónico, sea por un ataque directo, sea por una paciente erosión. Tal vez (…) tras una paciente erosión haya un yo hegemónico que esté ocupando el liderazgo de la confederación de sus almas, señor Pereira, y usted no puede hacer nada, tan sólo puede, eventualmente, apoyarlo.

El doctor Cardoso acabó de comer su macedonia y se limpió los labios con la servilleta.

¿Y qué puedo hacer?, preguntó Pereira.

Nada, respondió el doctor Cardoso, simplemente esperar, quizá haya en usted un yo hegemónico que, tras una lenta erosión, después de todos estos años dedicados al periodismo escribiendo la crónica de sucesos, creyendo que la literatura era la cosa más importante del mundo, quizá haya un yo hegemónico que está tomando la dirección de la confederación de sus almas, déjelo salir a la superficie, de todas formas no puede actuar de otra manera, no lo conseguiría y entraría en conflicto consigo mismo”.

BSK dijo...

Tabucchi era un enamorado (otro más) de la obra de Pessoa. He oído que pidió ser enterrado en Lisboa, y así va a hacerse.

Anónimo dijo...

"Sostiene Pereira" estaba ambientada en la Lisboa de 1938, y en la capital de Portugal, país que en el 2004 le dio la nacionalidad al escritor, falleció ayer a los 68 años Tabucchi en el hospital de la Cruz Roja en el que estaba ingresado a causa del cáncer que lo aquejaba. También en Lisboa será enterrado: los funerales se celebrarán el próximo jueves.

Fue un poema de Álvaro de Campos, uno de los heterónimos de Fernando Pessoa, el que activó la fascinación de Tabucchi primero por el poeta portugués, y luego por Portugal, su lengua y su cultura, que difundió activamente a través de traducciones, pero también de su obra, como reflejó en "Sostiene Pereira" y "La cabeza perdida de Damasceno Monteiro".

Aldonza Lorenzo dijo...

Hay más refranes que panes.

hAiKu dijo...


El de las lapas.
No hallarás mejor marca
de pegamento.

(CUQUI COVALEDA)

hAiKu dijo...

Tantos humanos
en el mundo, cada uno
con su yo a cuestas.

(RAFAEL BALDAYA)

cajón desastre dijo...


Donde no puedas amar, pasa de largo.

(NIETZSCHE)

TóTUM REVOLúTUM dijo...



¡Cuánto me han prestado, ay de mí!, ¡yo mismo lo soy!

(PESSOA)

tERESA pANZA dijo...

Donde hay camino real, no vayas por matorral.