miércoles, 7 de marzo de 2012
Moriré (por Boris Vian)
Moriré de un cáncer en la columna vertebral
Sucederá en una noche horrible
Clara, caliente, perfumada y sensual
Moriré por emponzoñamiento
De ciertas células poco conocidas
Moriré por una pierna arrancada
Por una rata gigante salida de un agujero gigante
Moriré de cien heridas
Porque el cielo caerá sobre mí
Y se romperá igual que un vidrio
Moriré a causa de un grito
Que hará estallar mis tímpanos
Moriré por magullamiento
Apaleado a las dos de la madrugada
Por matones calvos, indecisos
Moriré sin darme cuenta
Que muero yo moriré
Enterrado bajo las ruinas secas
De mil metros de algodón hundido
Moriré ahogado en aceite sucio
Pisoteado por bestias indiferentes
Y, poco después, por bestias diferentes
Moriré desnudo, o vestido de tela roja
O metido en un saco lleno de hojas de afeitar
Moriré quizá sin haberme puesto
Barniz en las uñas de los dedos de los pies
Y con las manos llenas de lágrimas
Y con las manos llenas de lágrimas
Moriré cuando me despeguen
Los párpados bajo un sol rabioso
Cuando lentamente se me digan
A la oreja maldades torcidas
Moriré de ver torturar a niños
Y a hombres asombrados y pálidos
Moriré roído vivo
Por los gusanos, moriré con las
Manos atadas bajo una cascada
Moriré ardiendo en un incendio triste
Moriré un poco, mucho
Sin pasión, pero con interés
Y luego, cuando todo haya terminado
Moriré
Sucederá en una noche horrible
Clara, caliente, perfumada y sensual
Moriré por emponzoñamiento
De ciertas células poco conocidas
Moriré por una pierna arrancada
Por una rata gigante salida de un agujero gigante
Moriré de cien heridas
Porque el cielo caerá sobre mí
Y se romperá igual que un vidrio
Moriré a causa de un grito
Que hará estallar mis tímpanos
Moriré por magullamiento
Apaleado a las dos de la madrugada
Por matones calvos, indecisos
Moriré sin darme cuenta
Que muero yo moriré
Enterrado bajo las ruinas secas
De mil metros de algodón hundido
Moriré ahogado en aceite sucio
Pisoteado por bestias indiferentes
Y, poco después, por bestias diferentes
Moriré desnudo, o vestido de tela roja
O metido en un saco lleno de hojas de afeitar
Moriré quizá sin haberme puesto
Barniz en las uñas de los dedos de los pies
Y con las manos llenas de lágrimas
Y con las manos llenas de lágrimas
Moriré cuando me despeguen
Los párpados bajo un sol rabioso
Cuando lentamente se me digan
A la oreja maldades torcidas
Moriré de ver torturar a niños
Y a hombres asombrados y pálidos
Moriré roído vivo
Por los gusanos, moriré con las
Manos atadas bajo una cascada
Moriré ardiendo en un incendio triste
Moriré un poco, mucho
Sin pasión, pero con interés
Y luego, cuando todo haya terminado
Moriré
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12 comentarios:
Estaba obsesionado por la muerte, supongo tendria sus motivos
CHAO Lom
Esta vez os perdono que hayáis puesto todos los versos con la letra inicial mayúscula. Parece voluntad del autor, a juzgar por el poema. Quiero creer que es así, pero por favor que no se repita más tan fea costumbre de empezar todos los versos por mayúscula. Gracias.
Me gustaría una dictadura que me prohibiese escribir todo lo que se me ocurre
Se prohibe totalmente todo lo que no es obligatorio
Esto lo dijo alguien que tenia un talante distinto a Boris pero igual talento
cisne cuello blanco, cisne CUELLO NEGRO
Solamente hay silencio y llanto, SILENCIO Y LLANTO
¿ Quien escribía versos .? Dime niño quien era
Saludos a todos los lectores , volveré
Muy buena y premonitoria, ¿ Volverán las oscuras golondrinas ? . Sí, ya están en el cuerno y en el golfo y pronto llegaran a España en grandes migraciones
Muchos ya las llevan divisando largo tiempo
Saludos
De todas las cosas sin importancia, el fútbol es la más importante.
No es de este mundo.
Nuestro reino es, tal vez,
de ningún sitio.
(CUQUI COVALEDA)
Esta gitana está loca.
Quiere que la quiera yo.
Que la quiera su marido,
que tiene la obligación.
La vaca de la vecina, más leche da que la mía.
Ni el amor ni la tos no pueden ocultarse.
(proverbio lombardo)
La mente no recorre ninguna línea recta.
(CABRERA)
Temía la intrusión de cualquier pensamiento, de cualquier idea que, irrumpiendo en aquellos instantes de dichosa paz, pudiese llegar a inhibirlos, a transformarlos en una fuente de tristeza
(DURRELL)
La sombra aumenta el verdor.
(MIGUEL HERNÁNDEZ)
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