sábado, 20 de abril de 2013
Incluso nuestros límites (por Adrienne Rich)
Porque ya no somos jóvenes, las semanas han de bastar
por los años sin conocernos. Sólo esa extraña curva
del tiempo me dice que ya no somos jóvenes.
¿Caminé yo acaso por las calles en la madrugada, a los veinte,
con la piernas temblándome y los brazos en éxtasis más pleno?
¿Acaso me asomé por alguna ventana buscando la ciudad
atenta al futuro, como ahora aquí, esperando tu llamada?
Con el mismo ritmo tú te aproximaste a mí.
Son eternos tus ojos, verde destello
de hierba salvaje refrescada por la vertiente.
Sí. A los veinte creíamos ser eternas.
A los cuarenta y cinco deseo conocer incluso nuestros límites.
Te acaricio ahora, y sé que no nacimos mañana,
y que de algún modo tú y yo nos ayudaremos a vivir,
y en algún lugar nos ayudaremos tú y yo a morir.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Actuar es fácil. Pensar también. Pero actuar según se piensa..., eso es lo difícil.
Abro el buzón.
Cuánto vacío hay dentro
para mi mano.
(BENET)
La dicha está donde la encuentras, raramente donde la buscas.
Nada más alejado de la infancia que la adolescencia. Todo adolescente lucha por percibirse como adulto, por construir una muralla que lo separe para siempre del niño que fue. Luego se pasa la vida borrando minuciosamente a ese niño, hasta que consigue olvidarlo. Eso es lo que cree. Pasados los cuarenta (la edad es tentativa) la muralla ha cedido a la incuria del tiempo: hemos olvidado repararla, hay tramos destruidos por la lluvia, bloques desperdigados por aquí y por allá. Despreocupado del tiempo un niño juega en los escombros. Descubrimos entonces que siempre estuvo allí, que nos estaba esperando.
(EDUARDO CHIRINOS)
El señor Remilgo se murió de hambre.
(proverbio luxemburgués)
Publicar un comentario