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jueves, 4 de abril de 2013

Un mapa (por Adrienne Rich)


He aquí un mapa de nuestro país:
aquí está el Mar de la Indiferencia, barnizado de sal
Éste es el río maléfico que fluye de la frente a la ingle
agua que no nos atrevemos a probar
Éste es el desierto en el que se han plantado misiles como bulbos
Éste es el granero de las granjas hipotecadas
Éste es el lugar donde nació el chico rockero
Éste es el cementerio de los pobres
que murieron por la democracia Éste es el campo de batalla
de una guerra del siglo diecinueve el sepulcro es famoso:
Ésta es la ciudad marina de mito e historia cuando las flotas pesqueras se arruinaron
aquí es donde había trabajo en el muelle
congelando pescado en trozos paga por horas sin dividendos
Éstos son otros campos de batalla Centralia Detroit
aquí están los bosques primitivos los filones de cobre de plata
Éstos son los suburbios del consentimiento el silencio se eleva como el humo de las calles
Ésta es la capital del dinero y del dolor; sus pináculos
estallan en el aire caliente, sus puentes se desmoronan
sus hijos van a la deriva por ciegos callejones confinados
entre alambres de espinas enrollados
Prometí mostrarte un mapa y dices pero esto es un mural
entonces bien, déjalo estar son pequeñas diferencias
la cuestión es desde dónde lo miramos

6 comentarios:

batalla de papel dijo...

Un mapa agudo de su país, una poesía que fluye y duele.
Un abrazo

Nicolás dijo...

Tomando como modelo ese "mapa" de Rich, ¡cuántos mapas similares podrían hacerse!
Me ha gustado el poema.
Gracias.

hAiKu dijo...

Se ha detenido
su corazón. No obstante
su reloj sigue.

(RAFAEL BALDAYA)

TóTUM REVOLúTUM dijo...


Generalmente valemos más por lo que callamos que por lo que decimos.

hAiKu dijo...


No está desnuda.
Crecen flores silvestres
sobre la piedra.


(SUSANA BENET)

casa de citas dijo...



Durante siglos, los ateos y agnósticos tuvieron que esconder su escepticismo por miedo al ostracismo social o, aún peor, a ser ejecutados por herejía. Todavía hoy muchas personas (imposible saber cuántas) en muchos lugares del mundo no se atreven a expresar su escepticismo religioso por miedo a las consecuencias jurídicas o sociales.

(SHERMER)