sábado, 17 de agosto de 2013
Más allá del peligro (por Sharon Olds)
Una semana después de que murió
de pronto entendí
que su amor por mí estaba seguro:
ya nada podría alterarlo. A veces,
durante el último año, su rostro se iluminaba
cuando yo entraba en su habitación,
y una vez, medio dormido,
sonrió al pronunciar mi nombre.
Respetaba mi arrojo:
la vez que me ataron a la silla
ataron a alguien que él respetaba, y cuando
dejaba de hablar durante semanas enteras,
yo era uno de los seres a quienes no le hablaba,
alguien con un lugar en su vida.
La última semana lo dijo sin querer:
entré a su cuarto y le pregunté
"Cómo estás," y contestó, "Yo a ti también".
Desde entonces, temí perder esas palabras.
Hasta el último momento podía equivocarme,
ofenderlo. Bastaría una de sus muecas de disgusto
para que volviera a joderme la vida.
Intenté no pensar demasiado,
ayudaba a cuidarlo, le limpiaba el rostro,
lo acompañaba.
Pero un rato después de que murió,
de pronto pensé, con asombro, ahora
siempre me amará, y me reí:
estaba muerto, ¡muerto!
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Si tienes una biblioteca con jardín, lo tienes todo.
(CICERÓN)
Por lo tanto, adelante, rinde culto a las montañas mientras se convierten en polvo.
(PHILIP LEVINE)
Qué importa la vida
que ya está perdida;
y después de todo,
qué es eso, la vida.
Cantando la pena,
la pena se olvida.
(MANUEL MACHADO)
El error consistió
en creer que la tierra era nuestra
cuando la verdad de las cosas
es que nosotros somos de la tierra.
(NICANOR PARRA)
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