lunes, 16 de noviembre de 2015
Justo en el momento mágico (por Raymond Carver)
¿Qué habrá sido de aquel aro de latón
que había en los tiovivos?
El aro que las niñas y niños pobres pero felices
agarraban justo en el Momento Mágico.
Pregunté por ahí: ¿Sabes algo del aro de latón…?
Le pregunté a mi vecino.
Le pregunté a mi mujer,
incluso le pregunté al carnicero
(creo que es extranjero y algo sabría).
Nadie sabía nada, al parecer.
Entonces le pregunté a un tipo que solía trabajar
en una feria ambulante. Hace años, me dijo, era diferente.
Montaban incluso los adultos.
Se acordaba de una mujer joven en Topeka, Kansas.
Era agosto. Le daba la mano al hombre que montaba
el caballito de al lado, que tenía bigote y
era su marido. La mujer reía sin parar, me dijo.
El marido también se reía, aunque tenía bigote.
Pero ésa es otra historia. Nada me dijo acerca
del aro de latón.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Claro, el feriante no había olvidado eso: Que un hombre y una mujer, a pesar de estar casados (tal vez muchos años) sigan riéndose y disfrutando en un tiovivo, casi como si acabaran de conocerse, como si fuera su primera cita. Hay mucho de poesía en esa capacidad de algunas personas, de algunas parejas, para mantener la emoción y la alegría pese a una convivencia de años o de décadas. Son casos raros, especímenes tal vez insólitos, pero los hay. Y es lógico que para el feriante esa visión no se olvide: más inolvidable incluso que el aro de latón.
Apresuraos a dejar en el mundo vuestra parte de maravilla, rebeldía y generosidad.
(RENÉ CHAR)
No existen venenos. Existen dosis.
(PARACELSO)
Los pies son un retrato cubista de su dueño.
(GARCÍA-MÁIQUEZ)
Publicar un comentario