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lunes, 9 de noviembre de 2015

Nostalgia (por Laura Giordani)


Tormentas de tierra

sulquis

escuerzos

las tazas que habían venido de Europa

descascaradas

las fotos de niños ya muertos

las paspaduras

el primer vello en el pubis

fruto que se volvía extraño

la infancia un carozo de durazno

trepanado por hormigas negras

papá silbando en el patio

mientras quema sus libros

todas las memorias amarilleando

bajo el cráneo

nostalgia: esta dulce podredumbre en la espalda esta pútrida dulcedumbre de las palabras que no mueren del todo como esas hojas que antes de desaparecer agonizan juntas en parvas exudando el fervor del verano y la savia

6 comentarios:

Tragikomedia dijo...

Por algún mecanismo de autodefensa emocional el cerebro subvierte la memoria biográfica dulcificando los recuerdos y favoreciendo selectivamente una visión positiva de lo que, cuando menos, tuvo altibajos, claroscuros y fue dulce y ácido como un polo de limón.

hAiKu dijo...

Cristal de espejo.
Entre ese tipo y yo,
eres frontera.

(RAFAEL BALDAYA)

hAiKu dijo...

Cuadernos "Rubio".
Aquel tiempo en que no
supe leer.

(CUQUI COVALEDA)

Círculo Cultural FARONI dijo...

Quien escupe al viento, a sí mismo se escupe.

(proverbio eslovaco)

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Quizá los poetas (muchos poetas) no son quienes mejor escriben, sino los que tienen el impudor de exhibir y publicar lo que escriben.

casa de citas dijo...


La realidad exige que también mencionemos esto: la vida sigue. Continúa en Cannae y en Borodino, en Kosovo Polie y en Guernica. Hay una estación de gasolina en una pequeña plaza de Jericó, pintura fresca en los bancos del parque de Bila Hora. Las cartas se cruzan entre Pearl Harbor y Hastings, una camioneta pasa debajo del ojo del león de Queronea, y los florecientes huertos cerca de Verdún no pueden escapar al atmosférico frente que se aproxima. Hay tanto Todo que la Nada se esconde casi gentilmente. La música brota de los yates anclados en Accio y las parejas bailan en las cubiertas bañadas por el sol. Hay tantas cosas sucediendo siempre que deben estar pasando en todas partes. Donde no hay ni una sola piedra en pie vemos al Hombre de los Helados rodeado de niños. Donde Hiroshima estuvo, Hiroshima está de nuevo, produciendo cosas para el uso de cada día. Este terrible mundo no está desprovisto de encantos, de las mañanas que hacen inestimables los despertares. La hierba es verde en los campos de Maciejowice, y salpicada de rocío, como es lo normal de la hierba. Quizá todos los campos son campos de batalla, todas las tierras lo son, las que recordamos y las que se han olvidado: los bosques de abedules, cedros, abetos, la blanca nieve, las amarillas arenas, la gris grava, los iridiscentes pantanos, los cañones de negra derrota, donde, en tiempos de crisis, puedes esconderte debajo de un arbusto. ¿Qué moral sacamos de esto? Probablemente ninguna. Sólo que la sangre fluye, secándose rápidamente, y, como siempre, unos cuantos ríos, unas cuantas nubes. Sobre trágicos pasos de montañas el viento hace volar sombreros de cabezas inconscientes y no podemos evitar reírnos de eso.

(WISLAWA SZYMBORSKA)