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miércoles, 18 de noviembre de 2015

Una costura a mano (por Analía R. Giordanino)


Cuando enhebrás una aguja

a veces el hilo que se enhebra se afina

por zonas diminutas.

Hay que mojarlo con la lengua

para que entre en el ojo de la aguja.

A veces no entra.

El ojo puede ser grande

y entonces parece que es fácil enhebrar.

Es fácil. Pero después

la punta te abre

un redondel grande en la tela

en la trama.

Y el nudo que amarra costura

al final del hilo se pierde

pasa como agua.


Las agujas que sirven

son las de ojo chico:

para costuras a mano

para ruedos finos

para puntada escondida.


Una costura a mano se resuelve así:

levantás un hilo de la trama visible

das la lazada arriba

(esa tela no se verá,

no importa si picás grande)

terminás el punto abajo

(queda un ángulo agudo)

en otro hilo de la trama visible.


Es como los dos caminos: el ancho y el difícil.

¿Te acordás de las figuritas difíciles?

Pocas había. Muchos sobres había que comprar.

Si el hilo es nuevo y no hay irregulares en el enrolle

tampoco quita que sirva una aguja de ojo grande.

Pasa lo mismo: la puntada corre y no queda.


Yo no quiero decir nada con esto.

Pero algo quiero decir.


El amor es un trabajo como cualquier otro.

4 comentarios:

Tragikomedia dijo...

Como todo lo que vale la pena, el amor hay que cuidarlo y trabajarlo. Digo amor y digo en realidad que el amor que me libera me robó la libertad...

Cide Hamete Benengeli dijo...


Aunque me oyeras cantar
en un año doce meses,
no me oirías nunca cantar
la misma copla dos veces.

ORáKULO dijo...

A menudo tienes tanta libertad como tu dinero te permite comprar.

Lloviendo amares dijo...

Y existen, en fin, cosas que el hombre no quiere confesarse ni siquiera a sí mismo.

(DOSTOYESKI)