domingo, 31 de enero de 2016
Debo de ser alguien (por Fernando Pessoa)
La vida perjudica a la expresión de la vida.
Si yo viviera un gran amor, nunca lo podría contar.
Yo mismo no sé si este yo, que os expongo, en estas sinuosas páginas, realmente existe o tan solo es un concepto estético y falso que he formado de mí mismo.
Me vivo estéticamente en otro. He esculpido mi vida como una estatua de materia ajena a mi ser. A veces no me reconozco, tan exterior a mí mismo me he puesto, y tan de un modo puramente artístico he empleado mi conciencia de mí mismo.
¿Quién soy por detrás de esta irrealidad? No lo sé. Debo de ser alguien.
Y si no trato de vivir, de actuar, de sentir, es —creedme bien— para no perturbar las líneas artificiales de mi personalidad supuesta.
Quiero ser tal cual he querido ser y no soy. Si cediera, me destruiría. Quiero ser una obra del arte, del alma por lo menos, ya que del cuerpo no puedo serlo.
Por eso me he esculpido con tranquilidad y enajenación, me he colocado en una estufa, lejos de los aires frescos y de las luces francas —donde mi artificialidad, flor absurda, florezca en retirada belleza-.
Pienso a veces en lo bello que sería poder crearme una vida continua, que se suceda, dentro del transcurrir de días enteros, con invitados imaginarios, con gente creada, e ir viviendo, sufriendo, gozando esa vida falsa. Allí me sucederían desgracias; grandes alegrías caerían sobre mí. Y nada mío sería real.
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6 comentarios:
¡Qué grande Pessoa!
¿Y qué es un escritor sino un inventor de la vida?
¿O no son los dioses los que se inventan a sí mismos?
Cada vez que lees a Pessoa de nuevo, lo lees de nuevas.
Es verdad: leerlo otra vez es como leerlo por primera vez.
Hacia dos meses que no leía un poema, estuve oteando y acerté al elegir este alarde de realidad surrealista.lo leí de arriba abajo y de abajo arriba, genial
Silvio´Lo
Ella no niega
a nadie su perfume.
La flor robada.
(SUSANA BENET)
Estoy desnudo ante el agua inmóvil. He dejado mi ropa en el silencio de las últimas ramas.
Esto era el destino:
Llegar al borde y tener miedo de la quietud del agua.
(GAMONEDA)
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