Más noche que en las calles cabe en uno
cuando pasa. ¿A qué andamos?
Allá creo que existe una muralla.
Cae la desolación a tierra. Es suelo.
Qué charco. Qué silencio.
El límite, qué claro. Noche cruda,
haznos como tu hielo.
El diamante es duro. Está al final.
El azufre es ardiente. Se rebasa,
se vuelca, llega al más allá. Su triunfo
es un delirio. Oh muerte.
Pero nosotros somos turbios.
No cuajamos.
No vemos bien la sombra.
Y, sin embargo, qué ágiles,
qué fugitivos tras la esquina
subimos por la noche,
huimos, nos perdemos
en los años.
9 comentarios:
Donde hubo nieve
-pista de esquí en verano-
sólo hay pedruscos.
(CUQUI COVALEDA)
Muy bueno. Al principio leí productos, pero no. Es PEDRUSCOS.
Hombro perezoso, por no dar un paso al final da ocho.
Es HombrE, no hombro. ¡Esas e-rratas con el e-mail!
Hombre perezoso, por no dar un paso al final da ocho.
También se cansa uno de descansar.
Hay una casa abierta con balcones dorados
y mujeres que venden el placer.
Hay un perro en la puerta de la casa
y hay un hombre que viene de muy lejos.
Pronto será de noche. Ulises, muy cansado,
manda callar al perro y sigue su camino.
(GARCÍA MARTÍN)
Benditos sean los que, no teniendo nada que decir, no dicen nada.
De todas las estatuas que adornan el paseo,
ésta es la más absurda, la más inexplicable.
¿Qué cosa hubo en don Fruela gloriosa y admirable?
Yo, puesto a analizar, no le encuentro ni feo.
Lo mismo por la espalda que de frente no veo
en él nada saliente, a excepción de su sable,
pero vivir de un sable es siempre despreciable
tanto en el siglo XX como en el medioevo.
¿Por qué, entonces, te hicieron esta estatua, don Fruela?
¿Por qué existió un artífice que se dio ese mal rato?
¿Por qué el gobierno hispano se gastó en ti la tela?
Hubo otros ciudadanos más dignos de ese trato.
Por ejemplo: el primero que comió mortadela
e inició luego al hombre en el bicarbonato.
(JARDIEL PONCELA)
(Ante la estatua de don Fruela II, en el paseo del Retiro.)
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