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jueves, 2 de febrero de 2017

Lluvia (por Antonio Gamoneda)


Ha de llover


Hay sequía en la luz y la ceniza llora,

como mi madre, sin lágrimas.


Ha de llover.


Ha de llover hasta que se levanten los maíces sagrados y sea posible la celebración de la muerte.

Ha de llover.


¿Por qué no? ¿ Por qué no ha de llover

en la tiniebla intestinal y en las hirvientes médulas?


Ha de llover

en los niños frenéticos y en los adoradores nocturnos

y en los ancianos extraviados en la música.


Ha de llover

en el aire poblado de ausentes y en la felicidad ensangrentada.


Ha de llover sobre esta piedra enferma

donde, en la noche, cunde un resplandor

procedente de astros inservibles.


Ha de llover. Tiene que llover con dulzura

sobre los suicidas del amanecer.


Ha de llover

en la superficie cristianizada por la industria. Ha de llover

hasta que aúllen las alondras y,

bajo las catenarias, en Vega Magaz,

los ferroviarios se desnuden

y detengan la máquina que llora.


Ha de llover en la extremaunción

sacramentalmente perversa. Ha de llover

en el interior del hierro y en el pensamiento

de los cianóticos y

de los niños prematuros.


Ha de llover

sobre las secretarias parturientas,

sobre los tísicos y los asesinos,

sobre los comandantes y las monjas.


Ha de llover en los prostíbulos

y en los ministerios incomprensibles

y en las fístulas eternas. Sí,


ha de llover. Y las serpientes

aprenderán a silbar con dulzura

unas seiscientas melodías olvidadas. Son

reconocibles por su olor a sombra

y a sustancia inguinal. Dichas serpientes

han de silbar en las cajas de ahorro

y en los urinarios y en las tumbas.


Ha de llover. Hoy es martes

de salvación. Hoy resucitan

los fusilados de Villamañán.


Ha de llover en las grandes letrinas

notariales hasta que aparezcan los títulos

de propiedad de la luz y de la tristeza hipotecaria

y las cartas de amor de Francisco Franco.


Ha de llover, ha de llover dulcemente, sobre las niñas que abortan en octubre y

sobre los padres invisibles.


Ha de llover en la agonía de Jorge Pedrero

y sobre los visitantes clandestinos.


Ha de llover. Causa analógica:

se sabe que los agonizantes son felices

rodeados de llanto.


Ha de llover,


ha de llover sobre los huesos de Felipe Segundo

y de los Caídos por Dios y por España.


Agua para los prostáticos

y su dolor universal, agua también

para los sifilíticos y los curas.


Agua para los Borbones,

y para los mendigos y las mujeres desnudas

que gritaron los gritos amarillos

de mil novecientos treinta y seis.


Ha de llover.


Ha de llover en los pantanos

rebosantes (se dice) de fascismo y de

melancolía azul. Han de existir

poderosas razones ecuménicas

para que llueva en los pantanos. Ha

de ser físicamente necesario a causa

de la prosperidad del incesto y de los cuchillos

olvidados en las iglesias. Ha

de llover.


Ha de llover, sí, pero no han de olvidarse

los manantiales del odio ni las acequias

secretas de los monasterios ni

la humedad de las sociedades anónimas.


Ha de llover jamás y siempre. Con

desesperación agraria. Ha de llover

hasta que enloquezcan los metales

y el sílice y las inmensas madres

del Barrio de la Sal.

Ha de llover.

Ha de llover ya.

¿Está lloviendo?


Sí, está lloviendo. Las madres,

bajo la lluvia, van

al penal incesante. Son blancas y locas,

llevan fuego y amor.

Ah de la lluvia,

ah del amor, ah del fuego.

Llueve

en mi pasado y en mis venas. Va a llover

también en mi desaparición.

Ah de la lluvia

sobre las madres locas. Ya arde, bajo el agua,

San Marcos con amor, ya están ardiendo

dulcemente los juicios sumarísimos.


Ah de la lluvia.



3 comentarios:

Aldonza Lorenzo dijo...

Habla bien de la guerra quien no fue a ella.

hAiKu dijo...

lluvia granizo
nieve escarcha rocío...
mas siempre agua.

(CUQUI COVALEDA)

Fuego de palabras dijo...

Ahora estoy tranquila.

Durante seis días tomé

por la mañana a mediodía por la noche

tres al día

entregué mi corazón

a un consorcio químico pero

eran de composición vegetal y se dispararon

muguete romero castaño silvestre

de todas las cámaras del corazón

hacia ti me llegaron

hasta que me dejaste tranquila

a mí todos los disparos

dieron en el blanco

Ahora estoy tranquila

Mi musculoso órgano central

en un mar de valeriana

ya no rima

con aflicción.

(ULLA HAHN)