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lunes, 11 de septiembre de 2017

No eran tan negras (por Charles Simic)


Las cosas no eran tan negras como algunos las pintaban. Había un hermoso niño vestido de negro y jugaba con dos manzanas negras. O era una chica vestida de chico o un chico vestido de chica. Fuera lo que fuera, tenía unos pequeños dientes blancos. El paisaje al que daba su ventana había sido oscurecido con un brochazo de pintura pesado y tosco. Todo era muy teleológico, salvo cuando el niño sacó su lengua roja.


3 comentarios:

Pablo M dijo...

En medio del océano blanqui-negro-gris, de pronto una isla de color rojo. Suele ocurrir. Son las islas e islotes que nos permiten, de salto en salto, cruzar el Charco Grande. Sin ellas, nos hundiríamos bien hundidos.

Anónimo dijo...

Somos los otros catalanes. Los que no vamos a manifestaciones y nunca colocaremos ninguna bandera en el balcón. Somos tranquilos, tolerantes, trabajadores, pacíficos, discretos y amigos de nuestros amigos. Queremos tener salud, dinero, amor y trabajo, como todo el mundo. Creemos en la familia y en el esfuerzo personal y no en la donación y subvención para conseguir las cosas. Amamos la paz y la libertad, aborrecemos la corrupción, la violencia, el abuso de poder, la manipulación y la mentira.



Somos bilingües sin complejos, hacemos zapping sin problemas por todas las opciones, y ya no recordamos si la película de ayer la vimos en catalán o en castellano.



Nos gustan los deportes y animamos igualmente a Nadal, Ferrer, Alonso, al Barça, al Español y a la Selección, y nos da igual si el gol lo mete un catalán o un manchego, mientras ganemos la copa de Europa o el Mundial. Por respeto no pitamos el himno de España, ni ningún otro.



Estamos bastante hartos del 'procés' y del politiqueo en general por tanta mentira. Votamos al menos malo, o por descarte. Aborrecemos a quienes fomentan las fobias entre territorios, sean del color que sean, de aquí o de cualquier otro sitio para ganar cuatro votos, mantener la poltrona y seguir llevándoselo calentito a cuenta de todos.



No creemos que la independencia sea la solución a todos nuestros problemas: no somos tan ingenuos, más bien la política de confrontación y sus lideres son parte del problema. ¿Por qué está todo tan crispado? ¿No tendrían que trabajar todos para sacarnos de esta crisis, dejarse de historias y no confrontarnos unos contra otros? Creo que muchos pensamos así, pero no se nos ve ni se nos oye, somos LOS OTROS, y aunque saben que estamos nos ignoran por no pensar como ellos.



Tras el próximo fracaso del 1-O habrá ¡nuevas elecciones autonómicas! Informad a todos los que formamos parte de LOS OTROS, a vuestros conocidos, a los indecisos, a los que piensan que esto no va con ellos... que de nuestro voto depende que Catalunya siga siendo feudo de unos cuantos que basan su discurso en el odio a los demás pueblos de España, adoctrinando en las escuelas a nuestros niños y difundiendo propaganda y mentiras en TV3 y en los otros medios comprados con subvenciones pagadas con nuestro dinero. Exijamos que los constitucionalistas lo sean por encima de los intereses de sus partidos.



Vamos a demostrar a quienes lideran el 'procés' que en el mundo somos catalanes y españoles. Vamos a demostrarles que no nos hemos creído la vil mentira de que 'Espanya ens roba' cuando los únicos que nos han estado robando son ellos: nuestros recursos, nuestro dinero, nuestro orgullo y nuestra dignidad, intentando hacernos sentir inferiores y de segunda.



Vamos a decirle a ellos y al mundo que ya basta de muestras de odio, intransigencias y amenazas de sanciones para quien no colabora o piensa como ellos.



Vamos a frenar esta aventura que solo nos ha traído y traerá más pobreza económica e intelectual y más crisis a pesar de que nos prometan el paraíso.



Porque amamos Catalunya, porque amamos España, porque queremos seguir siendo europeos...



¡¡¡VIVA CATALUNYA!!!



cajón desastre dijo...

Como las demás tiranías, esta de la mayoría fue al principio temida, y lo es todavía, cuando obra, sobre todo, por medio de actos de las autoridades.

Pero las personas reflexivas se dieron cuenta de que cuando es la sociedad misma el tirano, sus medios de tiranizar no están limitados a los actos que puede realizar mediante sus funcionarios políticos.

La sociedad puede ejecutar, y ejecuta, sus propios decretos; y si dicta malos decretos en vez de buenos, o si los dicta a propósito de cosas en las que no debería mezclarse, ejerce una tiranía social más formidable que muchas de las opresiones políticas, ya que, si bien no suele tener a su servicio penas tan graves, deja menos medios para escapar de ella, pues penetra mucho más en los detalles de la vida y llega a encadenar el alma.

Por eso no basta la protección contra la tiranía del magistrado. Se necesita también la protección contra la tiranía de la opinión y sentimiento prevalecientes; contra la tendencia de la sociedad a imponer, por medios distintos de las penas civiles, sus propias ideas y prácticas como reglas de conducta a aquellos que disientan de ellas; a ahogar el desenvolvimiento, a impedir la formación de individualidades originales y a obligar a todos los caracteres a moldearse sobre el suyo propio.



(JOHN STUART MILL)