Es verdad que todas las cosas del mundo conocen esa necesidad, que siempre y en todas partes debe satisfacerse. Este armario, por ejemplo, se muestra muy testarudo en su deseo de adherirse al suelo, y si algún día llega a encontrarse en equilibrio inestable preferirá deshacerse antes que oponérsele. Pero, en fin, hasta cierto punto juega con el peso, lo desafía: no se está desfondando en todas sus partes; la cornisa, las molduras no se prestan a eso. Hay en el armario una resistencia en beneficio de su personalidad y de su forma.
Líquido es, por definición, lo que prefiere obedecer al peso para mantener su forma, lo que rechaza toda forma para obedecer a su peso. Y lo que pierde todo su aplomo por obra de esa idea fija, de ese escrúpulo enfermizo. De ese vicio, que lo convierte en una cosa rápida, precipitada o estancada, amorfa o feroz, amorfa y feroz, feroz taladro, por ejemplo, astuto, filtrador, contorneador, a tal punto que se puede hacer de él lo que se quiera, y llevar el agua en caños para después hacerla brotar verticalmente y gozar por último de su modo de deshacerse en lluvia: una verdadera esclava.
El agua se me escapa, se me escurre entre los dedos. Y no sólo eso. Ni siquiera resulta tan limpia (como un lagarto o una rana): me deja huellas en las manos, manchas que tardan relativamente mucho en desaparecer o que tengo que secar. Se me escapa, y sin embargo me marca; y poca cosa puedo hacer en contra.
Ideológicamente es lo mismo: se me escapa, escapa de toda definición, pero deja en mi espíritu, y en este papel, huellas, huellas informes.
Inquietud del agua: sensible al menor cambio de declive. Que salta las escaleras con los dos pies al mismo tiempo. Que, pueril de obediencia, abandona en seguida sus juegos cuando la llaman cambiándole la dirección de la pendiente.
4 comentarios:
¿Quién me encerró en esta urdimbre demente de quarks y electrones y fotones? ¿Por qué tengo órganos y tejidos como los de los escarabajos y los reptiles? ¿Qué tengo que ver yo con mis dedos, mi casa, mis estrellas, mis padres, mi piel? ¿Por qué no recuerdo el tiempo anterior a mi nacimiento? ¿Por qué no puedo recordar el futuro? He sentido siempre tanto miedo del mundo en el que me encuentro enterrado que, al fin y al cabo, no puedo evitar pensar que la realidad es tan solo miedo puro, miedo helado. Vivo con miedo, respiro miedo, trago miedo, seré enterrado en miedo. Transmito mi miedo de generación en generación, tal y como lo he recibido también yo de mis padres y mis abuelos.
(CĂRTĂRESCU)
Demasiado al este es ya el oeste.
Cae el rocío.
¿Y si lo usara para
limpiar el mundo?
(BASHO)
No hay nada que
discutir
no hay nada que
recordar
no hay nada que
olvidar
es triste
y
no es
triste
parece que la
cosa más
sensata
que una persona puede
hacer
es
estar sentada
con una copa en la
mano
(BUKOWSKI)
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