nuestro profesor nos preguntaba cada otoño:
¿si se prendiera fuego en un museo
qué es lo que salvarías, una pintura de Rembrandt
o una anciana a la que de todos modos
no iban a quedarle muchos años de vida?
nos preocupaban poco los cuadros o la vejez,
optábamos un año por la vida, al siguiente por el arte
y siempre con poco entusiasmo. A veces
la mujer adoptaba el rostro de mi abuela
dejando por una vez la cocina para recorrer
algún museo inhóspito y sólo a medias imaginado.
Un año, creyendo ser ingeniosa, respondí
¿por qué no dejar que decida la anciana?
Linda -explicó el profesor- evita
la carga de la responsabilidad.
Este otoño, casi anciana yo misma,
estoy en un museo real
frente a un verdadero Rembrandt. Dentro del marco
los colores son más oscuros que el otoño,
más oscuros aún que el invierno— los ocres de la tierra,
aunque los elementos más brillantes arden
a través del lienzo. Ahora sé que la mujer,
la pintura y la estación son casi una sola cosa
y todas más allá de la salvación de los niños.
4 comentarios:
El arte, todo arte, es mentira. Al cuadro no le dolería quemarse.
La anciana era verdad y sí le dolería arder.
Para no verlo hay que ser tonto a las finas hierbas con reducción de pedro ximénez.
Ficción de primer grado: ficción no creída (como la literatura o el cine).
Ficción de segundo grado: ficción creída (como la religión para los creyentes).
Ficción de tercer grado: ficción vivida: como los sueños (mientras se duerme) o la realidad (durante la vigilia).
-RAFAEL BALDAYA-
Cuando alguien empieza por decirme "Te voy a ser franco..." los pelos se me ponen de punta... Adivino que me va a tirar a la cara alguna verdad brutal. ¡Con lo agradable que es vivir en un delicado engaño!
(RIBEYRO)
Patada al antes.
Puntapié al pasado.
Coz al ayer.
(CUQUI COVALEDA)
Publicar un comentario