hasta que tú te unas con mi vida
y me completes así todo;
hasta que mi mitad de luz se cierre
con mi mitad de sombra
y sea yo equilibrio eterno
en la mente del mundo:
unas veces, mi medio yo, radiante;
otras, mi otro medio yo, en olvido.
Yo no seré yo, muerte,
hasta que tú, en tu turno, vistas
de huesos pálidos mi alma.
5 comentarios:
En las esquinas de algunos traumas, debajo de los desengaños, o en ciertas mudanzas, se esconden pequeñas muertes.
(ELIANA DUKELSKY)
Qué suerte he tenido de nacer
para estrechar la mano de un amigo
y poder asistir como testigo
al milagro de cada amanecer.
Qué suerte he tenido de nacer
para tener la opción de la balanza,
sopesar la derrota y la esperanza
con la gloria y el miedo de caer.
Qué suerte he tenido de nacer
para entender que el honesto y el perverso
son dueños por igual del universo
aunque tengan distinto proceder.
Qué suerte he tenido de nacer
para callar cuando habla el que más sabe,
y aprender a escuchar: ésa es la clave
si se tiene intenciones de saber.
Qué suerte he tenido de nacer
-y lo digo sin falso triunfalismo-.
La victoria total, la de uno mismo,
se concreta en el ser y en el no ser.
Qué suerte he tenido de nacer
para cantarle a la gente, y a la rosa,
y al perro, y al amor, y a cualquier cosa
qe pueda el sentimiento recoger.
Qué suerte he tenido de nacer
para tener acceso a la fortuna
de ser río en lugar de ser laguna,
de ser lluvia en lugar de ver llover
Pero sé, bien que sé
que algún día también me moriré.
Si ahora vivo contento con mi suerte,
sabe Dios qué pensaré cuando mi muerte.
Cuál será en la agonía mi balance, no sé,
nunca estuve en ese trance.
Pero sé, bien que sé
que en mi viaje final escucharé
el ambiguo tañir de las campanas
saludando mi adiós, y otra mañana
y otra voz, como yo, con otro acento,
cantará a los cuatro vientos
"Qué suerte he tenido de nacer".
(ALBERTO CORTEZ)
¡Cuántas consciencias
sumidas (¿para siempre?)
en el No-Ser!
No, la tierra no podrá ser la tierra,
ni la muerte podrá ser la muerte,
ni la vida la vida,
hasta que mi alma no haya conocido toda
la espantosa pesadilla,
y no se haya internado hasta la entraña
del hondo, humano abismo.
¡Ah! ¿Qué valen aquí, sobre este mundo,
mi espíritu y mi instinto,
si aún tienen un temblor de ensueños claros
que son claras mentiras?
No, no, no puede ser, ni puedo
tampoco ser yo misma,
hasta que no haya saboreado toda
toda la hiel amarga y el acíbar.
(IDA GRAMCKO)
Si no me hubieran dicho que era el amor yo habría creído que era una espada desnuda.
(BORGES)
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