Desperté demasiado temprano
y comencé a pensar en lo eterno,
pero no en la gran eternidad de los rezos
sino en las pequeñas eternidades olvidadas.
La parte que no fluye del río,
aquello de la ciudad que siempre calla,
el lugar que no duerme en tu cuerpo dormido,
aquello que no despierta en mi cuerpo despierto.
Sentí entonces que las pequeñas eternidades
son preferibles a la gran eternidad.
Y no pude volver a dormirme.
4 comentarios:
Vale más una eternidad que una Eternidad
Llevo en el alma dos besos
que no se apartan de mí:
el último de mi madre
y el primero que te di.
Cristales de tu ausencia acribillan mi voz,
que se esparce en la noche
por el glacial desierto de mi alcoba.
-Yo quisiera ser ángel y soy loba-.
Yo quisiera ser luminosamente tuya
y soy oscuramente mía.
(GLORIA FUERTES)
El dolor que no habla gime en el corazón hasta que lo rompe.
(SHAKESPEARE)
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