sábado, 10 de agosto de 2019
Sin poder abrazarnos (por Marguerite Yourcenar)
y sin saber que íbamos a venir, murieron;
han cruzado sus brazos, sin poder abrazarnos
y en lugar de recuerdos, dejan remordimientos.
Las oraciones, las flores, el gesto más tierno
llegan muy tarde para que Dios los bendiga.
Los vivos no se hacen oír por los muertos;
la muerte, cuando viene, junta sin unir.
No conocemos la serenidad de las tumbas.
Tarde ya, damos gritos que cansan, retumban,
penetran sin eco la sorda eternidad;
y los muertos desdeñosos u obligados a callar,
en el umbral oscuro del misterio, no oyen
llorar por un amor que no fue nunca.
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3 comentarios:
Aún no habíamos llegado, y ya hubo que marcharse.
En el quieto punto del mundo que gira.
No era carne, ni estaba sin ella;
ni procedía de, ni iba hacia…
En el quieto punto, allí está la danza,
pero ni detenida, ni en movimiento.
(T. S. ELLIOT)
El tiempo inevitable se divulgaba sobre el inútil tajamar del abrazo.
Prodigábamos pasión juntamente, no a nosotros tal vez sino a la venidera soledad.
Yo iba saqueando el porvenir en tus labios aún no amados de amor.
Nos rechazó la luz: la noche vino con urgencia de grito.
Solicitamos juntos la verja en esa dura gravedad de la sombra que ya el lucero alivia.
Como quien vuelve de una pradería yo volví de tu abrazo.
Como quien sale de un país de espadas volví de tu sollozado querer.
Tarde que se alza como sueño notorio entre la errante soñación de otras tardes.
(BORGES)
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