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sábado, 14 de diciembre de 2019

Qué extraña se ha vuelto la existencia (por Antonio Gamoneda)


Oigo tu llanto.

Subo a las habitaciones donde la sombra pesa en las maderas inmóviles, 

pero no estás: sólo están las sábanas que envolvieron tus sueños. 

¿Todo en mí es ya desaparición?

No aún. Más allá del silencio,
oigo otra vez tu llanto.

Qué extraña se ha vuelto la existencia:

tú sonríes en el pasado

y yo sé que vivo porque te oigo llorar.


2 comentarios:

Lloviendo amares dijo...

Ya que no podemos extraer belleza de la vida, busquemos al menos extraer belleza de no poder extraer belleza de la vida. Hagamos de nuestro fracaso una victoria, algo positivo y erguido, con columnas, majestad y aquiescencia espiritual.

Si la vida no nos ha dado más que una celda de reclusión, hagamos por ornamentarla, aunque más no sea, con las sombras de nuestros sueños, diseños y colores, esculpiendo nuestro olvido bajo la quieta exterioridad de los muros.

Como todo soñador, siempre he sentido que mi oficio era crear. Como nunca he sabido hacer un esfuerzo o activar una intención, crear me ha coincidido siempre con soñar, querer o desear; y hacer gestos, con soñar los gestos que desearía poder hacer.

(PESSOA)

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Saudades. Las tengo hasta de lo que nada tuvo que ver conmigo, por una angustia de fuga del tiempo... Caras que veía habitualmente en mis calles de siempre, si dejo de verlas me entristezo. Y no significaron nada para mí, salvo el ser el símbolo de la vida entera... Mañana yo también desapareceré de la Rua da Prata, de la Rua dos Douradores, de la Rua dos Fanqueiros. Mañana también yo -el alma que siente y piensa, el universo que soy para mí mismo-, mañana, sí, yo también seré el que dejó de pasar por estas calles, aquél a quien otros evocarán con un "¿qué habrá sido de él?". Y todo cuanto hago, todo cuanto siento, todo cuanto vivo, no será más que un transeúnte de menos en la cotidianidad de las calles de una ciudad cualquiera.

(PESSOA)