martes, 26 de junio de 2012
Y sumérgete dentro del océano (por Giorgos Seferis)
Asómate si puedes al mar en sombras, olvidando
el son de flauta para los pies desnudos
que pisaban tu sueño en otro tiempo, tiempo
devorado.
Graba si puedes en la última de tus conchas
nombre, lugar y día
y arrójala después a las fauces del mar.
Desnudos nos hallamos encima de la piedra
esponjosa,
contemplando las islas que surgían,
mirando sumergirse las islas coloradas
en su propio soñar, en nuestro sueño.
Estábamos aquí, desnudos, sosteniendo
la balanza inclinada
en pro de la injusticia.
Talón de poderío, voluntad inmaculada, meditado
amor,
designios que maduran bajo el sol de mediodía,
sendero del destino al ritmo de las manos jóvenes
que palmean sobre los hombros;
en el país disperso, despojado de toda resistencia,
en el país que ayer apenas era nuestro
se hunden las islas, orín y ceniza.
Altares demolidos
y amigos olvidados,
hojas de palmera entre el fango.
Deja si puedes que tus manos viajen
aquí, confín del tiempo, en el navío
que ha visitado el horizonte.
Los dados ya sobre la losa,
ya que la lanza dio con la coraza,
reconocido por el ojo el extranjero,
y el amor desecado
en almas como cribas;
cuando miras alrededor y encuentras
en torno a ti los pies segados,
en torno a ti las manos muertas,
en torno a ti los ojos entenebrecidos;
cuando ya ni siquiera puedes elegir
la muerte que quisiste tuya,
morir oyendo un grito,
fuera un grito de lobo,
como es tu derecho;
deja que tus manos viajen,
despréndete del tiempo desleal
y sumérgete dentro del océano;
habrá de sumergirse quien sustenta las
enormes rocas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
Morir no es sólo irse del espacio (irse al menos con esta forma física, porque del espacio-universo la materia nunca sale). Morir también es salir del tiempo, al menos del tiempo móvil y fugitivo tal como lo conocemos. No hay tiempo, al menos no tiempo temporal, en el sitio de la muerte. De modo que "despréndete del tiempo desleal", dice el poema.
Tú misma me lo decías:
que no te quisiera tanto,
que no te lo merecías.
Hay que respetar las opiniones ajenas pero no faltar al respeto a las propias, sobre todo no faltar al respeto a las propias.
(ANTONIO TABUCCHI)
A veces una reseña resiste mejor el paso del tiempo que el libro reseñado.
(JLGM)
Qué bien los nombres ponía
quien puso Sierra Morena
a esta brava serranía.
Mejor que gruña el cochino que los hijos del vecino.
A veces es la propia claridad, la total claridad de algunas cosas, lo que nos impide verlas.
Publicar un comentario