viernes, 26 de julio de 2013
Olas cansadas de horizonte y retornos (por Derek Walkott)
Esquizofrénico, desterrado por dos estilos,
uno de una escindida prosa alquilada, me gano
mi exilio. Avanzo millas de playa bajo la hoz del claro de luna,
bronceado, quemado, echado fuera
de este amoroso océano que a sí mismo se ama.
Para cambiar tu lengua debes cambiar tu vida.
No puedo corregir viejos errores.
Olas cansadas de horizonte y retornos.
Gaviotas chillan con oxidadas lenguas
sobre las piraguas podridas de la playa,
fueron una venenosa nube picuda en Charlotteville.
Una vez pensé que el amor a la patria era suficiente,
ahora, incluso si lo decido, no le encuentro lugar en el pensamiento.
Veo las mejores mentes pedir como perros
por migajas de favores.
Estoy cerca de la mitad
de mi vida, mi piel quemada
se deshace en mis manos como papel, fina como piel de cebolla,
al igual que el acertijo de Peer Gynt.
En el corazón no hay nada,
ni el horror de la muerte. Conozco muchas muertes.
Me son todas familiares, todas dentro de su papel,
e incluso cómo murieron. Encendida, la carne
ya no teme la boca de caldera
de la tierra,
ese horno de ceniza del sol,
ni este nubarrón, despejando la hoz de la luna
otra vez palideciendo esta playa como una hoja en blanco.
Su indiferencia total es otra clase de rabia.
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11 comentarios:
Las olas cansadas dejaran paso a nuevos horizontes y retornos.
Muy bueno , creí que se refería a Charlottesville ( la ciudad donde nació Tomas Jefferson ) , que no tiene playa y sin la s nos vamos a Bahamas , ahí me cuadró .
Es un nombre a seguir , no sabia de él ; todos los poetas con Nobel suelen ser muy buenos . El de J.R.J. reciente , pues como todos los suyos .
Saludos
Mi marido se murió
y lo enterré en la cocina.
Y de pena que me dio
me puse a bailar encima.
La comida paseada y la cena reposada.
Yo le pregunté a un casado:
Casado ¿qué tal te va?
y me contestó el casado:
Cásate tú y lo verás.
La ignorancia es temporal, la estupidez es para siempre.
Nadie se alabe hasta que acabe.
Hablar mal de otro es hablar mal de uno mismo.
Quien compra los brazos de su siervo compra también su estómago.
(proverbio griego)
Abrir una escuela es cerrar una cárcel.
(HUGO)
Todas la cosas ya fueron dichas, pero como nadie escucha es preciso comenzar de nuevo.
(GIDE)
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