lunes, 23 de septiembre de 2013
Sobreviviendo épicamente (por Félix Grande)
Tanta desolación
nevando
sobre la emocionante calavera del hombre,
tanta amenaza
torturando
con sus bíceps laboriosos y oscuros,
tanta mentira
obstaculizando
el caminar bovino de la historia,
tanta guerra
empujando conciencias a su origen selvático
donde no conocieron más que el miedo y el hambre
-dos fracasos entonces, dos fracasos ahora-,
tanto reojo, tanta pesadilla diurna,
tanta infamia ensuciando con vómitos de fuerza
al cráneo liberal del hombre,
tanto anticipo funerario
inyectado en las sienes meditativas
como un residuo líquido de horror,
tanto odio eyaculando lápidas,
tanta diarrea de asesinatos,
tanta infección, tanto desprecio
ensordecen la melodía y agrietan al descanso,
enmudecen al sol sonoro, carcomen la noche solemne,
ciegan las calles, astillan las ciudades,
sofocan las naciones y quieren refutar al mundo;
en cuanto al hombre y la mujer,
los retuercen, los desfiguran, los recubren de caries,
los contaminan de desastre,
los ensucian, los pisan, los ultrajan.
Aplaudida, llorada, amada sea
la ofendida pareja de mi siglo
que con dificultad y obstinación mellizas
se coge de las manos sobreviviendo épicamente,
tratando de soltar el quebrado sentido de la tierra
por debajo del tiempo epilepsíaco, la ruina y el crimen.
Amado sea tan machacado e inmortal desafío.
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4 comentarios:
Quisiera yo en ocasiones
haber nacío de la hiedra,
porque ojitos que no ven
corazoncito no quiebran.
Qué triste suerte
la de Adán, que fue hombre
y no fue niño.
Casa cerrada, casa arruinada.
Aunque el lector termine de leer su obra, el escritor nunca lo habrá hecho.
(BIOY)
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