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lunes, 1 de febrero de 2016

Demasiado cerca (por Wislawa Szymborska)


Estoy demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
No vuelo sobre él, de él no huyo
entre raíces de árboles. Estoy demasiado cerca.
No es mi voz el canto del pez en la red.
Ni de mi dedo rueda el anillo.
Estoy demasiado cerca. La gran casa arde
sin mí gritando socorro. Demasiado cerca
para que taña la campana en mi cabello.
Estoy demasiado cerca para que pueda entrar como un huésped
que abriera las paredes a su paso.
Ya jamás volveré a morir tan levemente,
tan fuera del cuerpo, tan inconsciente,
como antes en su sueño. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca. Oigo el silbido
y veo la escama reluciente de esta palabra,
petrificada en abrazo. Él duerme,
en este momento, más al alcance de la cajera de un circo
ambulante con un solo león, vista una vez en la vida,
que de mí que estoy a su lado.
Ahora, para ella crece en él el valle
de hojas rojas cerrado por una montaña nevada
en el aire azul. Estoy demasiado cerca
para caer del cielo. Mi grito
sólo podría despertarle. Pobre,
limitada a mi propia figura,
pero he sido abedul, he sido lagarto,
y salía de tiempos y damascos
mudando los colores de mi piel. Y tenía
el don de desaparecer de sus ojos asombrados,
lo cual es la riqueza de las riquezas. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
Saco mi brazo que está debajo de su cabeza dormida.
Mi brazo dormido, lleno de agujas imaginarias.
En la punta de cada una de ellas, para su recuento,
se han sentado ángeles caídos.

4 comentarios:

hAiKu dijo...

Zapatos viejos:
¡tanto anduvimos juntos!,
y voy y os tiro.

(RAFAEL BALDAYA)

Cide Hamete Benengeli dijo...

Tu ventana está muy alta.
¿Quién la pudiera subir?
Échame, morena mía,
las cintas de tu mandil.

casa de citas dijo...

No es por medio de reglas como apreciamos la belleza.

(BORGES)

Fuego de palabras dijo...


Sé que vendrá la noche de mi muerte
entre una doble floración de lilas,
con balido de oveja, con cencerro,
con olor a naranja mandarina.
Mi alma por los campos
será otoño de fiesta
y desde el agua inquieta de la infancia
volveré como quiera.
Y seré lo que quise ser, un árbol,
una leve mariposa leve,
el corazón helado de la lluvia
y el surco en que se vierte.
Y seré lo que quise ser, un río,
un mapa, un perro. Noche de mi muerte
vendrá muy sola por el campo solo,
callada y bellamente.

(AURORA VENTURINI)