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miércoles, 10 de febrero de 2016

No me ha sido posible (por Luis García Montero)


Da vergüenza decirlo

Con los ojos vendados,
para que no pudieses recordar el camino,
intenté conducirte
al refugio sereno donde guardé mi vida.
Da vergüenza decirlo,
pero a veces los años construyen una casa
de medios sentimientos,
de verdades medianas,
de pasiones dormidas como animales viejos,
de cenizas y sueños humillados.
Y el cuerpo se acostumbra,
y las sombras apoyan su cabeza
en un pecho de sombra,
y el corazón se siente en paz o se doblega
a una derrota cómoda sin heridas mortales.

Da vergüenza decirlo.

Con los ojos vendados
para que no pudieses recordar el camino,
intenté conducirte
a mi mundo sereno de verdades a medias.
No me ha sido posible.

Esta noche insegura,
que mueve los relojes con la prisa
de tu pulso más vivo,
me envuelve y me repite:
no te ha sido posible.

Esta noche de viento,
que fue soltando amarras hasta quedarse tuya
como un delirio de melena negra,
me llama y me confirma:
no te ha sido posible.

Esta noche de gente
que pasa por las calles con tus ojos,
con la forma que tienes de vestirte,
con tu sonrisa de país lejano,
esta noche me empuja y me convence:
no te ha sido posible.

Y aquí estoy yo,
que voy soltando amarras hasta quedarme tuyo
y camino hacia el mar
con los ojos cerrados,
como una barca deja su refugio,
una barca feliz que se repite:
no me ha sido posible,
porque nada me importa,
sólo tu piel,
la piel de una tormenta.

Da vergüenza decirlo.

9 comentarios:

TóTUM REVOLùTUM dijo...

El hecho de ser humano ya es una circunstancia atenuante.

ORáKULO dijo...

Demasiada prudencia puede ser imprudente.

hAiKu dijo...

Cervantes nunca
escribe con sus dedos
sobre un teclado.

(CUQUI COVALEDA)

F. dijo...

Pero, KUKI, Cervantes lo que hacía muy bien -además de escribir- era pintar. Lee, si no, este cuentillo en el que lo documentaba y se lo hacía llegar al bachiller S.K., hace un par de años o así:


"Sidi: Resulta que El Greco, además de pintor genial, componía poemas. Y parece ser que Cervantes pintaba bastante mejor de lo que era de esperar. 
En una pared de la celda de Argel que ocupaba el autor de La Galatea cuando fue dado en esclavitud al potentado Dali Mamí, y antes de su primera intentona de fuga, dibujó y coloreó (con pigmentos de la especiería vecina de un tal Ibrahim ibn Muhammad) una escena de la batalla naval de Lepanto. Figuran no menos de cincuenta galeras y bergantines, unos intactos y otros a punto de irse a pique, así como minuciosos detalles de abordajes y fuego de artillería. Carmín, ocre, verde, cobalto, azafrán, negro, es la gama de color de la notable pintura. Firma en el ángulo inferior izquierdo como Cide-Hamete-Benegeli. Según he llegado a saber, en el siglo XIX se desmontó el paño de pared que soportaba la pintura y pasó a manos del mercader judío Benjamín Salmónides, con tinglado en el puerto de Orán. Pagó por ella diez mil dirhams. Me han soplado como gran secreto que, a día de hoy, Sotheby's anda detrás de la pieza. Ruego discreción.
Y en cuanto a Doménikos Theotokópulos, digo que he tenido el privilegio de leer un facsímil de unos sonetos suyos dedicados, en secreto, a doña Mencía Benamejí, que era ama de llaves del Duque de Consuegra, con la que tenía relaciones extramaritales y con la que tuvo cinco hijos. Es de ver la destreza de tales versos, que bien pudieran pasar por obra del propio Lope."

CCovaleda dijo...

En aquella época todos eran polifacéticos: Leonardo, Michelángelo, Rafael, Doménico, Miguel... Sabían de todo, casi como los actuales tertulianos radiofónicos...

ORáKULO dijo...


El que tiene ideología, ya no necesita tener ideas.

hAiKu dijo...

A aquél que fuiste,
a tu yo del pasado...,
ni tú lo entiendes.

(RAFAEL BALDAYA)

cajón desastre dijo...

¿Qué sería de nosotros sin la ayuda de lo que no existe?



(VALÉRY)

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Hay que colocarse al lado del error para conducirlo hasta la verdad. Es decir, hay que descubrir la fuente del error, puesto que, en caso contrario, para nada sirve escuchar la verdad. Ésta no puede penetrar si otra cosa ha ocupado su lugar. Para convencer a alguien de la verdad, no basta con constatarla, sino que hay que encontrar el camino que lleva del error a la verdad.

(WITTGENSTEIN)