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lunes, 3 de octubre de 2016

Cayendo nota a nota (por Angelina Gatell)


Qué inaudita tu voz, qué misteriosa

la reverberación de sus metales,

el rastro que dejaba en la arboleda

apócrifa del aire.

Era como

un suavísimo adorno

de la tarde inclinada sobre el río,

cayendo nota a nota en el acero

intranquilo del agua.


Y yo como naciendo en una

dimensión ignorada de mí misma,

todo lo más augurio, nebulosa,

girando en el espacio, extraviada

en el dulce dominio del asombro,

respirando palabras como flores

confusamente abiertas

y en los parterres de la tarde.


(Amor, no entiendo lo que dices.

Sólo sé que me duele…)



5 comentarios:

Tragikomedia dijo...

En el silencio, las voces de los que se fueron siguen oyéndose nítidamente.

hAiKu dijo...

Viajan los genes.
Abuela, hijo, nieta
son sus taxistas.

(RAPHAEL BALDAYA)

hAiKu dijo...

Viajan los genes.
Y abuelo, hija, nieto
son sus cocheros.

Cide Hamete Benengeli dijo...

Aunque es bonico el culo
de la Dolores,
no pienses que lo tiene
para echar flores.

cajón desastre dijo...


Escribir… Derramar con rabia toda la sensibilidad de sí misma sobre el papel tentador, tan de prisa, tan de prisa, que a veces la mano lucha y se encabrita, agotada por el dios impaciente que la conduce.

(COLETTE)