lunes, 27 de febrero de 2017
Sobre esta gruta (por Philip Larkin)
Jan van Hogspeuw se tambalea hasta la puerta
y mea en la tiniebla. La lluvia, fuera,
fluye por surcos de carreta en el barro del camino.
Dentro, Dirk Dogstoerd se sirve un poco más
y eructando humo acerca, con tenazas, un tizón
a la pipa. El viejo Prijck ronca con la borrasca,
encendida la faz de calavera; alguien detrás bebe cerveza
y abre mejillones, y gruñe retazos de canciones
de amor a los jamones colgados de la viga.
Dirk da cartas. Árboles húmedos, del grosor
de un siglo, se agitan en la esfera sin estrellas
sobre esta gruta de quinqués, donde Jan se vuelve,
atiza el fuego, lanza la reina de corazones, pedorrea.
¡Lluvia, viento y fuego! ¡La secreta, la bestial paz!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
La forma debe estar siempre al servicio del fondo. De lo contrario no es forma sino deformación.
Es más fácil alcanzar que merecer.
Publicar un comentario