No he tenido noticias de los animales.
¿Todavía existen? Aquellos sapos
a los que conocía tan bien. Y los zorros,
¿todavía andan por ahí en la oscuridad?
Imposible. Donde un caballo solía pastar
en mis sueños –Hay un vacío, el borde de un precipicio
donde me columpio
sin pericia y con mucha suerte.
Parece que ahora tendré que construir
mi bestiario de algún otro modo:
sin un hueso o un ojo,
incluso sin una huella de sangre en la nieve,
y con los ladridos
siguiéndome de cerca.
Solo, sin un modelo-
de mí dependerá
imaginar, fuera de las piedras
y de los escombros que quedan, una nueva especie
Un diente,
una ubre
llena de leche.
4 comentarios:
De vez en cuando lo imprevisto, e incluso lo imprevisible, reclaman su sitio.
El castigo del delito de bigamia es tener dos suegras.
Mejor de tardío que de vacío.
A mi señora doña Aldonza, pa que vea lo malamente que va er mundo:
CANTILES
Por los cantiles bajaron hombres y mujeres de piel oscura, magros de carnes y ojos afiebrados. Manteos blancos, turbantes añil, túnicas rayadas, sandalias rotas, ni daga en el tahalí ni flechas en la aljaba.
Tomaron un ribazo junto a una gravera del río seco. Abrieron los fardeles, hicieron que comían. La ruina del molino sirvió de cobijo a las preñadas, a los heridos, a los ancianos moribundos. Hicieron fuego de carrizos, de sarmientos, de ramas que puso en seco la última riada.
Eso fue en otoño de hace cuatro años. Ahora viven cientos.
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