miércoles, 8 de marzo de 2017
Brotando del pecho (por Sharon Olds)
en una mujer pequeña, estos días, mi boca
se abre, levemente.
Si viene caminando por la calle, de frente hacia mí,
es un poco doloroso dejarla pasar,
una vez me escuché, muy despacio,
gimiendo. Y en el tren, esa vez
-ella no tendría más de veinte,
alta y esbelta- el movimiento del tren
sacudía sus mamas, constante,
como cacerolas llenas de agua, las miré
chapotear, dentro de la piel apretada, y sentí
una gran tristeza. Estoy tan
cansada y sedienta. Quiero chupar
calor dulce, lácteo, la sabrosa
seda de la mujer humana a lo largo de
mi mejilla. Quiero ser un bebé,
quiero ser pequeña y estar desnuda, o con
un pañal seco, entre brazos tiernos
con el pezón en mi boca –trabajarlo, con suavidad,
laxo y generoso en mis encías–
no necesito dientes, ni siquiera
las estrellas
diurnas de los dientes en potencia, quiero
ser de huesos blandos, flexible,
una criatura que salió del útero quizá no hace pocos días
sí un par de semanas, quiero ser un bebé poderoso,
consciente de la dicha, de la nutrición
brotando del pecho como la música
de las esferas. Y no quiero
que sea
mi madre. Quiero empezar de nuevo.
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4 comentarios:
Madre viene de mamar.
Mamá viene de mama. Antes a la madre se la llamaba así, mama. Mamá (aguda) empezó siendo un galicismo cursi (luego nos acostumbramos).
No sólo venimos del útero, también de las mamas.
Lo que hacemos nos hace.
"Lo que hacemos nos hace": por eso hay tanto hijoputa.
Todo aprendizaje pasa por el error.
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